CÁNCER DE MAMA

Mónica Caba, radióloga: «La actividad física es un claro factor protector frente al cáncer de mama»

Cáncer de mama
La doctora Mónica Caba, Silvia Balaguer y Teresa Escalonilla

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La práctica de ejercicio físico proporciona numerosos beneficios en la salud de la mujer: control del peso, fortalecimiento muscular, mejora cardiovascular, regulación hormonal, disminución de la inflamación, reducción del estrés, mejora del estado de ánimo, etc.

Además, en lo que se refiere al cáncer de mama, realizar deporte de forma regular puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollar este tipo de tumor, su recurrencia y, una vez la enfermedad y sus tratamientos están presentes en la vida de la paciente se convierte en un gran aliado para mejorar su calidad de vida física y emocionalmente, tal y como relata Begoña Revuelta, paciente con cáncer de mama metastásico del Centro de Patología de la Mama – Fundación Tejerina.

«Empecé a correr con 12 años y mi madre decía que yo había nacido vestida de deporte. La práctica de ejercicio físico en general siempre me ha producido muchísima satisfacción personal, pero el running es una parte imprescindible de mi terapia. Es un tiempo solo mío, yo conmigo, sin distracciones, un rato sin leer, sin TV, sin compañía y hablándome, escuchándome. Supongo que es como meditar, pues siempre corro sola, ni siquiera me pongo música. Antes entrenaba 4 y 5 días a la semana, ahora cuando los pies me dejan, al menos un par de veces a la semana, pero mucha menos distancia», explica al respecto.

Asimismo, ha querido animar «a todas las pacientes con cáncer de mama a vencer la pereza y practicar cualquier tipo de deporte porque es un antidepresivo natural, duermes, comes y te sientes mejor y más feliz».

En este sentido, la doctora Mónica Caba, radióloga especializada en Imagen Mamaria en el Centro de Patología de la Mama – Fundación Tejerina explica que «el cáncer de mama es una enfermedad compleja en la que intervienen múltiples factores de riesgo que influyen de manera variable y diferente en la población femenina, condicionando un riesgo concreto y distinto para cada mujer».

«La edad, el sexo, los antecedentes familiares, determinadas mutaciones genéticas, la densidad mamaria, los factores hormonales endógenos (menarquia precoz, menopausia tardía y gestación/primer embarazo tardío) y antecedentes de ciertas lesiones mamarias benignas, son factores de riesgo no modificables. No obstante, existen también otro amplio grupo de factores de riesgo modificables tales como la dieta, la obesidad, el tabaquismo, el consumo de alcohol y la actividad física, sobre los que sí podemos influir con nuestros hábitos de vida e intentar reducir así nuestro riesgo individual de desarrollar este tipo de tumor», agrega la doctora Caba.

Así, destaca que la «práctica regular de actividad física es un claro factor protector frente al cáncer de mama tanto en mujeres pre como post-menopaúsicas, con un efecto positivo adicional en el control del peso corporal, el estrés y la ansiedad. El sedentarismo nos debilita y nos hace más vulnerables a la enfermedad, ya que favorece la obesidad y genera un entorno metabólico propicio para la aparición de enfermedades crónicas tales como la patología cardiovascular y los tumores malignos. Además, la actividad física es capaz de interaccionar sobre diferentes aspectos biológicos como el sistema inmune, los mecanismos de reparación del ADN, los factores de crecimiento y la secreción de insulina entre otros, y condicionar una disminución del riesgo de carcinogénesis».

Tumor maligno más frecuente

Asimismo, la doctora Caba recuerda que «el cáncer de mama es el tumor maligno más frecuentemente diagnosticado en la población femenina». Sí destaca que «la supervivencia de este tipo de tumor ha mejorado significativamente en los últimos años gracias a la introducción de nuevas terapias sistémicas, a un mejor conocimiento de la biología del tumor y a la generalización de los programas de detección precoz».

Además, «el pronóstico de la enfermedad mejora de forma relevante si se detecta el tumor en estadios iniciales, con lesiones de pequeño tamaño que precisarán de tratamientos menos agresivos y totalmente curativos». Por ello, explica, «es muy importante que las mujeres sean conscientes de la importancia de realizar mamografías de forma periódica»

«En algunas mujeres será necesario incluir, además, otros métodos de imagen como la resonancia de mama o la ecografía, en función de condicionantes particulares tales como los antecedentes familiares o personales de cáncer de mama, otras lesiones mamarias de riesgo o tener una mama con elevada densidad, entre otros».

Por su parte, la fisioterapeuta Silvia Balaguer expone que «el ejercicio es indispensable antes, durante y después del cáncer» y añade que «los pacientes en tratamiento oncológico es recomendable que se pongan en contacto con profesionales del deporte o fisioterapeutas que sepan pautarles de forma correcta el ejercicio que necesitan».

«En las personas con cáncer el objetivo principal es influir en el metabolismo, y esto se consigue con una programación adecuada de ejercicio cardiovascular de baja y alta intensidad, así como entrenamiento de fuerza. En lo que se refiere al ejercicio físico de mayor intensidad como el running, siempre deberá estar supervisado por un profesional y contar con una correcta planificación y dosificación», sentencia.

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