Las 5 infecciones más comunes que se pueden contraer en las piscinas

Gastroenteritis e infecciones en la piel y en los oídos encabezan la lista de patologías más habituales

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Para higienizar el agua de las piscinas se emplean sustancias químicas.

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El verano es la época de mayor disfrute al aire libre y de más tiempo de ocio pero también es una temporada en la que la incidencia de algunas enfermedades aumenta. Esto es debido a diversos factores como son el baño en piscinas o en el mar, el aumento de las temperaturas, las actividades en espacios abiertos o los cambios en la alimentación habitual, especialmente en niños.

Las piscinas son lugares refrescantes y divertidos para disfrutar durante los días calurosos, pero también pueden albergar una variedad de bacterias y gérmenes que pueden causar infecciones desagradables. Desde problemas gastrointestinales hasta irritaciones en la piel y oídos, es importante conocer las posibles amenazas para poder tomar las medidas adecuadas para prevenirlas, tal y como explican en la Clínica Mayo.

Las cinco infecciones más habituales que se pueden coger en las piscinas según la Asociación Valenciana de Pediatría son:

Gastroenteritis

La gastroenteritis, también conocida como la «enfermedad de la piscina», es una infección gastrointestinal causada principalmente por bacterias como la Escherichia coli (E. coli) y la bacteria del género Cryptosporidium, según la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (PAP). Estos microorganismos pueden contaminar el agua de la piscina a través del contacto con heces humanas o animales. Los síntomas de la gastroenteritis incluyen náuseas, vómitos, diarrea y malestar estomacal. Para prevenir la gastroenteritis, es fundamental no tragar agua de la piscina, ducharse antes de entrar en la piscina y asegurarse de que los niños pequeños usen pañales adecuados para nadar.

Infecciones del Oído

Otra de las patologías más comunes en verano, que afecta principalmente a los menores, es la otitis externa, una infección del conducto auditivo externo. Esta condición suele darse en niños y adultos que pasan mucho tiempo en el agua o que sudan en exceso, ya que la humedad favorece la proliferación de gérmenes que afectan al oído. Los síntomas incluyen dolor de oído, picazón, enrojecimiento e hinchazón. Para prevenir las infecciones del oído, se recomienda secarse bien los oídos después de nadar y usar tapones para los oídos si es necesario.

En el caso de los menores, lo más adecuado es que un pediatra indique el tratamiento, evaluando la gravedad de la infección y descartando otras posibles patologías. Inicialmente, se puede recomendar el uso de gotas con antibiótico, con o sin corticoide, y antiinflamatorios por vía oral. Además, una vez aparezcan los primeros síntomas, se debe evitar que el niño continúe bañándose y considerar el uso de tapones para los oídos o un gorro durante las duchas.

Infecciones Oculares

Las sustancias químicas que se usan para higienizar el agua de las piscinas, como el cloro, pueden favorecer la aparición de conjuntivitis irritativas que tienen una mayor incidencia entre los meses de junio y septiembre, tal y como explican desde el Colegio de Ópticos Optometristas (CNOO). La conjuntivitis, también conocida como «ojo rojo», es una infección ocular común que puede transmitirse a través del agua contaminada de la piscina. Los síntomas incluyen enrojecimiento, picazón, secreción y sensibilidad a la luz. Para prevenir la conjuntivitis, se recomienda no frotarse los ojos mientras se está en la piscina, usar gafas de natación y evitar compartir toallas o utensilios para los ojos con otras personas.

Irritaciones en la Piel

Las quemaduras solares son una de las lesiones más habituales en verano debido a la mayor exposición al sol, ya que los niños pasan más tiempo al aire libre y los rayos solares inciden con mayor perpendicularidad. Para evitar los daños que pueden causar en la piel, es fundamental proteger a los niños del sol, ya sea con ropa adecuada o usando cremas solares con un alto factor de protección. En el caso de los niños menores de 3 años, se recomienda evitar la exposición directa al sol.

Sin embargo, si el niño tiene ampollas, dolor intenso o fiebre, lo que indica un daño más grave, es necesario consultar al pediatra para recibir el tratamiento adecuado. Además, si las quemaduras solares se presentan en niños menores de dos años, se debe buscar atención médica de inmediato.

Durante el verano, cerca de las piscinas, también aumenta la población de insectos como mosquitos, avispas, abejas y arañas. Este incremento, junto con el mayor tiempo que se pasa al aire libre y el uso de ropa más ligera, incrementa las posibilidades de sufrir picaduras o mordeduras. En la mayoría de los casos, las picaduras solo causan molestias en la piel, como picor, escozor o hinchazón. Sin embargo, en ocasiones, los niños pueden experimentar una reacción alérgica a la picadura, especialmente de abejas o avispas. Por ello, es importante identificar los síntomas y, en caso de una reacción grave, acudir al centro de salud más cercano para recibir el tratamiento adecuado y evitar riesgos.

Otras irritaciones cutáneas, como la dermatitis por pseudomonas, pueden ocurrir cuando las bacterias presentes en el agua de la piscina entran en contacto con la piel. Los síntomas incluyen erupciones cutáneas, picazón, enrojecimiento e inflamación.

Infecciones por Hongos

 Los hongos, como el pie de atleta, pueden propagarse en piscinas públicas y áreas de ducha donde las personas caminan descalzas. Estas infecciones fúngicas pueden causar picazón, descamación, enrojecimiento y fisuras en la piel. Para prevenir las infecciones por hongos, se recomienda usar sandalias en áreas públicas, secar bien los pies después de nadar y evitar compartir toallas o calzado con otras personas. Tal y como explican desde la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, (SEMFYC), la mayor parte de las infecciones por hongos se pueden curar con cremas y no son enfermedades graves.

Además, otra de las infecciones más comunes en verano es la cistitis, especialmente en niñas, ya que al pasar mucho tiempo con el bañador mojado tienen mayor probabilidad de padecerla. Por lo tanto, es importante seguir buenas prácticas de higiene personal, evitar caminar descalzo en lugares públicos y, después de nadar, cambiarse a un bañador seco si es necesario.

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