Vuelve la canción de las vacas gordas y las vacas flacas
Habla el Fondo Monetario Internacional. Como el recorte de crecimiento ya estaba descontado, pocas sorpresas sobre su reciente pronunciamiento. En efecto, se recortan las previsiones económicas. Será una décima menos o dos décimas, ¡qué importa! La esencia es que la economía enfila una senda más apagada. Confirma así el Fondo lo anticipado por el Banco Mundial semanas atrás: los cielos se oscurecen. Lo malo es que si hace dos años el 75% de las economías repuntaba, ahora el 70% de las economías se gripa.
De aquel crecimiento sincronizado, cuando prácticamente todas las economías, tanto las avanzadas como las emergentes y en vías de desarrollo, iban a más, pasamos a la desincronización. En román paladino: que los años de vacas gordas, que tampoco han sido muy gordas porque hemos estado recuperándonos del síncope de 2008, tocan a su fin y por ahí asoman vacas flacas. ¡Menos leche para todos! La desaceleración se conjuga con la cantinela de estos meses: tensiones comerciales, Brexit desordenado u ordenado, eurozona sin fuelle, economías emergentes con aires tormentosos, dudas chinas, acumulación peligrosa de deuda y un largo etcétera de explicaciones que ensombrecen el panorama.
Y España, ¿qué? Lo del paro en torno al 14% va en serio. Problema crónico. Falla nuestro modelo económico y lo remata la falta de formación y preparación. De hecho, un porcentaje muy elevado de desempleados no está cualificado. Y la necesidad de un colchón fiscal, es decir, de disciplina presupuestaria, o séase, erradicar la infección del déficit y tomarse en serio la disminución de la deuda, constituye otro toque de atención más. Más difícil todavía para una España con su sector público excesivamente endeudado y con sus cuentas descuadradas que no dispone de maniobrabilidad para poder aplicar políticas fiscales “ad hoc” en momentos complicados. Sin embargo, uno tiene la impresión de que acá pasamos olímpicamente de las advertencias del Fondo Monetario Internacional… Y el Fondo anda preocupado por la desaceleración económica. Los más osados afirman que de recesión, nada de nada. Empero, el Fondo le da vueltas al asunto. Al menos esa es la preocupación que se infiere tras la asamblea semestral del Fondo y el Banco Mundial en Washington.
Ese weekend previo a la Semana Santa en la capital norteamericana, ahí estaban los grandes protagonistas de la economía y las finanzas mundiales. Han sido 10 años procurando la estabilización macroeconómica a través de políticas fiscales en busca de respuesta a los shocks de la crisis financiera internacional. Sin embargo, no es que todo haya sido en balde pero sí que han faltado reformas en pro de un crecimiento inclusivo que a largo plazo beneficie a todos. ¡Cuidado ahí!, porque los cambios demográficos, con el envejecimiento de la población, amenazan. ¡Ojo ahí, qué el avance de la tecnología resulta imparable! ¡Atentos ahí, qué se necesita la integración mundial, que está contra las cuerdas!
El ambiente de desaceleración flotaba en Washington. El armamento fiscal y monetario está en trance de agotarse. ¿Qué más se puede hacer con unos tipos de interés por los suelos, regando los bancos centrales con dinero a espuertas y encima Donald Trump apretando a la Reserva Federal para bajarlos? Actualmente, las condiciones financieras son volátiles y algunas economías están sin “comida gratis”, es decir, con su deuda pública en límites insostenibles – va por los mismos Estados Unidos, por Brasil, Italia, España… – y con el gasto público sobrepasando sus límites – va por Estados Unidos, España… -. Riesgos para España en una atmósfera de desaceleración justo cuando la campaña electoral entra en territorio económico. ¡Nadie nos salvará…!
Por eso, hay qué anticiparse al futuro. Eran los pletóricos años 2000, cuando la exuberancia imperaba, los euros circulaban con alegría y los “Bin Laden” – los billetes de 500 euros – no se escondían. Mes de agosto en mi reposo menorquín. Una gran empresa francesa, del sector de la alimentación, anunciaba la obtención del mayor beneficio de su historia: miles de millones de euros. ¡La cosa marchaba!
De repente, al día siguiente, la misma compañía daba a conocer un ajuste de empleo que afectó a miles de trabajadores. Indignación política y clamor en las calles parisinas. Los directivos reaccionaron con prontitud: ante la hecatombe que viene, hay que anticiparse. Y puntualizaron: hoy podemos indemnizar y adecuar nuestra estructura para hacer frente a la tormenta que está a punto de llegar; mañana, ya no podremos. ¡Y estalló el maldito año 2008!
En España, el cambio de paisaje económico y del ciclo se otea y bastantes empresas, ante lo que está por venir, optan por poner en marcha ERE´S – expedientes de regulación de empleo -. Entre la ralentización económica, la reconversión empresarial y la transformación digital, el empleo se ajustará. Se palpa el cambio de ciclo… Y suena, a lo lejos o en la cercanía, la melodía de las vacas… Gordas y flacas. Unas que vienen, otras que se van. ¡En busca de pastos…!
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