VOX profetiza el fin de Sánchez

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Y analizará su participación en un hipotético Gobierno de Ayuso.  Al PP dan por ganador en las regionales madrileñas a mucha distancia de los demás. Vox no le hace ascos a integrarse en el Ejecutivo de Ayuso, aunque antes, si se produce la ocasión, tendrán que darle muchas vueltas. Empezando, claro está, porque la propia presidenta si es reelegida, cuente con ellos, que ya les dice este cronista que si lo necesita, lo hará. También con Ciudadanos para terminar de arrimar el ascua a la sardina común, el binomio PP-Ciudadanos que se está intentando con todas las fórmulas posibles. Con Arrimadas -ya se sabe- Pablo Casado no ha tenido suerte; ahora, nadie se atreve a desmentir sin embargo que el jefe del PP se haya acercado tanto al ex-presidente de los naranjas que hasta le haya ofrecido un puesto de preponderancia en las listas de las venideras generales, incluso el número dos por Madrid. Se negará por una u otra parte, pero la realidad contrastada es esta.

Vox hace pronósticos que a muchos les pueden parecer ilusorios, pero que se basan en la siguiente profecía: el Gobierno de Sánchez no tiene más allá de un año de vida. El augurio no es del todo irreal: en los próximos meses la coalición social leninista  crujirá en el momento de que se suban los impuestos, que se van a subir a pesar de lo que desmienta el voluntarioso Gabilondo, de que se retoquen a la baja las pensiones, que ello va a suceder irremediablemente, y que, de una vez por todas, Sánchez meta la mano en el bolsillo de los funcionarios, los únicos españoles, esta es la verdad, que no han sufrido recortes en sus nóminas desde que empezó la pandemia. La pregunta es: la facción comunista del Ejecutivo ¿se hará cómplice de estas medidas? Desde luego si lo hace, entonará su réquiem. Por cierto y como digresión: los demoscópicos que siguen al día la evolución del voto en Madrid no cesan de señalar que Pablo Iglesias y sus leninistas se desploman en los sondeos, hasta el punto de que en este momento ya se especula con la posibilidad, aún lejana, pero posibilidad, de que ni siquiera alcance el cinco por ciento en el recuento que le incluiría en el nuevo Parlamento regional.

A Vox se le puede imputar una cierta apuesta por el «visionarismo», pero no se debe pensar que se engañen a sí mismos con su propio vaticinio. A lo que parece sus prebostes creen certero el presagio. Tanto es así que, aparte de aventurar el final del aventurismo políticamente criminal de Sánchez, sugieren que en el PSOE ya ha nacido la figura del heredero o, por mejor decir, de la heredera, de la mujer que sustituirá al vigente jefe de Gobierno. Vox promueve, sin ninguna gana, pero la promueve, a Nadia Calviño para la primogenitura del nuevo PSOE que quede destrozado en los próximos tiempos. Calviño depara equilibrio y seguridad en Europa para una nueva época en que la Unión no puede permitirse el lujo de aguantar en el Sur a un filibustero que sólo mira por su propio futuro.

En todo caso, a ninguna persona en sus cabales se le puede ocurrir que, si se producen los acontecimientos que Vox aventa, la presunta sucesora de este malhadado presidente, podría, llegado el momento, gobernar en solitario. El ‘Frankestein’ de Rubalcaba tampoco guarda en sí mismo vocación de  permanencia. El PNV se desenganchará de unos socios, a los que detesta, el día en que Sánchez ya no tenga mucho más que venderles: cedidas las presiones, descuajeringada la Seguridad Social, y formadas bajo el himno vasco (¿o quizá el ‘Eusko Gudariak’?) las selecciones deportivas, los nacionalistas se marcharán, sin ninguna vergüenza al otro lado, si otean que este tiene certeza de victoria. Lo han hecho siempre y lo harán aunque en España esté en el Gobierno un grupito de Vox. No duden de que así será.

Vox pretende gobernar y las agresiones políticas le van como anillo al dedo. La última es  la decisión, absolutamente injustificada, del Parlamento de Cataluña, de no atribuir un puesto en el Senado a la formación de Abascal. Vox toma nota y lo aprovecha para sus intereses. Para cumplimentar su deseo de gobernar necesita que las elecciones de Madrid no les jueguen una mala pasada. Seguro que dan por ganadora a Díaz Ayuso (según Vox, 50 y hasta 60 escaños)  pero sus perspectivas rondan los 17 o 18 diputados en la Asamblea de Madrid, lo que permitiría a la candidata del verde oscuro ser absolutamente imprescindible para la formación de un Gobierno de centroderecha. Lo cierto es que las muestras más sólidas no les atribuyen más allá de los 15 representantes, pero ya se percibe que la «nueva derecha», como ellos mismos se califican, no tienen la menor intención de rebajar sus expectativas en estos comienzos de la campaña preelectoral. Una campaña en la que ya está fijada la fecha para el debate. Al final, la presidenta de la Academia de Televisión no ha aceptado su celebración, así que será en la televisión regional de Madrid. Curiosamente, ese mismo día y a esa misma hora, las 21:oo, vuelve Rociíto a su canal amigo, el que le está pagando una fortuna por deponer sus desgracias, por tanto ni el PP, ni Vox piensan que la oportunidad de esta discusión múltiple sea decisiva en la previsión de los resultados electorales.

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