Un voto para defender nuestras libertades

Elecciones europeas

No nos engañemos. Los resultados de las elecciones autonómicas catalanas de hace unas semanas, a pesar del ilusionante crecimiento tanto del PP como de VOX, no tranquilizan a los que defendemos que España ha de ser un país en el que todos los ciudadanos seamos libres e iguales bajo la protección de nuestro actual marco constitucional. Sobre todo, porque la formación ganadora, el PSC, un partido que se denomina a sí mismo como «constitucionalista», ha pactado una y otra vez con otras formaciones que, mediante chantajes políticos, sólo han buscado su propio interés tribal. Recordemos como el socialista Jaume Collboni ha aplicado sin piedad la política lingüística del separatismo y ha despedido del Ayuntamiento de Barcelona a varios trabajadores -como un cocinero, un clarinetista o empleados de la limpieza- por no aprobar un examen de catalán.

Por esta razón, ahora que se acercan las elecciones al Parlamento Europeo, no podemos bajar la guardia. La construcción europea ha costado mucho esfuerzo a los ciudadanos de los Estados que forman la UE, y España ha sido uno de los que más se han volcado para consolidar un marco de libertades a nivel continental. Ya desde la elaboración de la Constitución del 1978 la pertenencia a las instituciones comunitarias se vio como un objetivo indispensable, para consolidar nuestro sistema democrático y para colaborar en la forja de una ciudadanía europea que garantizara la paz, la libertad, el respeto al Estado de derecho y la prosperidad durante décadas. No podemos dejar la representación de España en manos de los fanáticos separatistas y populistas y de sus aliados del PSOE.

Las elecciones al Parlamento Europeo no son una cuestión menor. Más del 80% de la legislación que se aplica en España proviene de directivas comunitarias o de la traslación a nuestro derecho del derecho comunitario. Además, las instituciones europeas han sido indispensables en los años de dificultades que ha vivido nuestro país. Desde la lucha política contra los nacionalismos catalán y vasco que han querido socavar nuestro orden constitucional, hasta los mecanismos de solidaridad desplegados durante la pandemia del COVID, que garantizaron una respuesta más eficaz contra esta crisis sanitaria que la que podría haber dado cada Estado por su cuenta. Sobre todo, si consideramos la desastrosa gestión que hizo Sánchez de la prepandemia (¿recuerdan el 8-M?) y la pandemia, que nos convirtió en líderes mundiales en infectados.

Sin olvidar los fondos Next Generation, tan necesarios en la reconstrucción económica post-pandemia o la vigilancia de las instituciones comunitarias en aspectos tan delicados para nuestras libertades como el debate sobre la Ley de Amnistía. Por lo tanto, las elecciones a la Eurocámara son imprescindibles para garantizar que España siga por la senda de la libertad y el respeto a las leyes. De ahí que no se pueda votar a partidos que se dicen «constitucionalistas», pero que han demostrado que solo quieren llegar a acuerdos con partidos instalados permanentemente en el golpe de Estado a nuestra democracia y en la violación de los derechos civiles. Vamos, que no voten al PSOE. Al resto de integrantes de su «coalición progresista» ni los menciono, porque no se disfrazan de «constitucionalistas». Voten en conciencia, y escojan formaciones que defiendan nuestro régimen constitucional, que es sinónimo de defender los valores europeos.

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