El ‘Viejo Testamento’ y Adriana Lastra, la «jóvena» socialista

El ‘Viejo Testamento’ y Adriana Lastra, la «jóvena» socialista

La diputada socialista Carmen Romero acuñó en su día un término que hizo fortuna. En un mitin se dirigió a la juventud presente como «jóvenes y jóvenas». Me parece que describe muy bien unos perfiles que florecen al calor de la izquierda y del que hemos visto algunas muestras tras las declaraciones de Alfonso Guerra en La Hora de La1, de TV1. En este programa, el ex dirigente del PSOE fue entrevistado por una nueva conductora, Mónica López, ex mujer del tiempo, sin duda una «jóvena» símbolo del talante de un gobierno más cercano a los separatistas que a las posiciones de centro.

En él se discutieron los recientes pactos del Gobierno con las formaciones separatistas que condicionan su apoyo a los presupuestos.  El ex dirigente del PSOE expresó su malestar, tanto por las cesiones a ERC respecto al castellano en las escuelas a través de la ‘Ley Celaá’ (comparó la «persecución» del castellano por parte de los nacionalistas catalanes con la del catalán durante el régimen franquista) y los pactos con los proetarras de Bildu (de los que afirmó que una buena parte de los socialistas gritan «con Bildu no»). A partir de aquí, distintos dirigentes autonómicos socialistas se unieron a su queja, como por ejemplo Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que dijo que: «Los socialistas no compartimos nada con Bildu… no tenemos ningún espacio común, ni el plano ético, en el moral, el político, el estratégico, ni en el modelo de Estado». La mayoría recordándole al presidente, Pedro Sánchez, cómo criticaba a Unidas Podemos antes de pactar un Ejecutivo de coalición con Pablo Iglesias. Un giro de Sánchez que, según Guerra, se debe a los muchos «peajes» que el presidente del Gobierno tiene que pagar

Naturalmente, esto no ha sentado bien en la jefatura del PSOE y el malestar se ha expresado por boca de su portavoz en el Congreso de los Diputados, Adriana Lastra, que ha pronunciado, cómo no, palabras de desprecio ‘edaísta’. «Yo siempre escucho atentamente a nuestros mayores, pero ahora nos toca a nosotros», ha dicho la «jóvena» entre las «jóvenas», añadiendo «Somos una nueva generación, a la que le toca dirigir el país y la dirección del PSOE». Otros socialistas, sin duda del mismo pack, ya habían calificado a los antiguos dirigentes objetores como el ‘Viejo Testamento’.

Qué simple y mezquino este afán de oponer en un debate moral a los «antiguos» y los «modernos». Los principios -la libertad, el derecho a la vida, la igualdad- ¿se pasan de moda? ¿Por qué cree Lastra que las recientes y discutibles decisiones del PSOE son algún tipo de avance? ¿Qué posturas generacionales defienden? ¿Acaso estamos hablando de que se resisten a reticencias carcas sobre la experimentación con células madre o sobre vacunas basadas en el ARN? Pues claro que no. Al parecer Alfonso Guerra representa la inmovilidad, el mantener las mismas posturas, pero, ¿y los nacionalistas que marcan la agenda? ¿En qué han progresado si sus ideas continúan siendo exactamente las mismas de hace 100 años y su agenda idéntica? ¿Eso es aprender de la experiencia, de lo vivido durante todos estos años?

Nada representa mejor que estas «jóvenas» la propuesta presentada en la década de 1960 por el profesor canadiense de Educación Laurence J. Peter con su ‘Principio de Peter.  Afirmaba que «en una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia’. Ahí tenemos a López y a Lastra, tan «jóvenas» y «progres», mientras la Diputación de Barcelona, gobernada por el PSC, adjudica 13.000 euros a la Plataforma por la Lengua a través de una «concesión directa» sin ningún tipo de concurso. Todo un avance generacional, sin duda alguna.

 

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