La UTE de Iglesias y Sánchez

La UTE de Iglesias y Sánchez

La política hace extraños compañeros de cama a los que el destino, incluso en ocasiones, les da una segunda oportunidad. A pesar de los reproches, de los encontronazos, de la ausencia de feeling, de la nula empatía que proyectan como pareja… a pesar de los pesares. Es el caso de Pedro y Pablo. No se odian pero no se soportan. Son plenamente conscientes de que se dirigen a una parroquia muy similar, y de que entre los votos que uno y otro meta en su respectiva buchaca opera un cierto principio de vasos comunicantes, un juego de suma cero: lo que yo gano tú lo pierdes, y viceversa.

Pero no hay nada mejor para los paladines de causas perdidas, antiguas, estancadas o derrotadas que localizar y situar en el centro de la diana a un potente enemigo (¡No digamos dos!). Y éste es el caso. Porque la moción de censura planteada por el capo de la formación morada con la habitual autosuficiencia y escenografía circense —más propia de latitudes caribeñas que europeas— persigue quebrar la muñeca a Rajoy y a Díaz. Es un dos por uno. Con matices, una Unión Temporal de Empresas (UTE). ¿Por qué? La exégesis no es complicada.

El ayatolá de la coleta y el renacido Sánchez se unen para realizar una obra e instituyen una comunidad de intereses mientras dura la misión, que aquí es tan clara como una mañana de primavera. Iglesias se obstina, a veces con mecanismos pueriles, en seguir ocupando el centro del debate público; pero al mismo tiempo extrema su estrategia de criminalización del Partido Popular como organización y de su presidente, Rajoy, como persona; pero igualmente refuerza su obsesión de aislar, linchar y barrer a los de la gaviota de la más alta institución ejecutiva del Estado: los neocomunistas saben que revolcar al actual inquilino de la Moncloa es dificilísimo pero no imposible. Y aún otra variable. No albergan duda alguna en el sentido de que si la faraona andaluza se hace con las riendas del PSOE, entonces los estigmatizados, acosados y considerados en toda su extensión como antisistema y parias serán los correligionarios de Montero, Espinar y demás tropa.

¿Y qué pinta aquí en esta UTE el guapo candidato socialista? Todo. La posibilidad en lo ideológico de polarizar las posiciones del partido acabando con el tiempo muerto de la inoperante y descafeinada gestora. Pero, en paralelo, presentarse como el único garante posible de que el mandato de la derecha se acorte y se agote, no con esta moción de censura sino con una venidera ubicada, pongamos, en el ecuador de la legislatura. Y, en última instancia, elevarse como estandarte de unos principios escorados y radicalizados, distantes de la moderación y el centrismo y el pactismo que el oficialismo del puño y la rosa contempla como único planteamiento para la remontada frente a Mariano o sus sucesores.

Este matrimonio de conveniencia no puede producir sorpresa, a pesar de su carácter irresponsable y su naturaleza impostada. Los riesgos son limitadísimos. El novio y la novia no tienen nada que perder y mucho que ganar. Cosa distinta es lo que esperaría a los españoles si los actores de esta UTE no la disolvieran y liquidaran, tras su nuevo fracaso, y se concentraran al contrario en explotar su sectario, temible y poco probable éxito.

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