Candilazos

Así tapó Prisa el plagio de Sánchez

Así tapó Prisa el plagio de Sánchez
Segundo Sanz

La voladura controlada o minimización de riesgos que el Grupo Prisa hizo con el caso del plagio en el libro-tesis de Pedro Sánchez, algo que OKDIARIO siempre mantuvo, sale ahora a la luz con una descripción muy reveladora. Los detalles de aquella operación de Estado los cuenta el ensayo político ‘La Democracia Borbónica’ (Editorial Akal) escrito por Alberto Lardiés y recién salido a la venta. Una investigación basada en fuentes conocedoras de primera mano de aquellos hechos.

En el mismo capítulo donde el autor repasa también los casos de Cifuentes, Montón y Casado, se detiene en el libro que Sánchez firmó con Carlos Ocaña, asesor del ministro Sebastián, y que recogió buena parte de su tesis doctoral en la Camilo José Cela. «Tres periodistas de El País estaban emocionados. Habían encontrado una exclusiva de esas que pueden marcar época, una información que hace tambalearse a un gobierno (…) Presos de ese sentimiento especial, entre regodeo y orgullo, alegría y nerviosismo, que siente un periodista cuando descubre una información de tal calibre, los informadores trasladaron el hallazgo a sus superiores», recoge el ensayo.

Y es aquí donde la publicación destapa el pastel: «Desde El País telefonearon al secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, ex presentador de Noticias Cuatro, llegado al cargo por decisión de Sánchez, curtido en mil batallas, para hacerle saber que el periódico de Prisa tenía esa información, pensaba publicarla y quería la versión de Moncloa. La reacción gubernamental no se hizo esperar. Lo primero fue concertar una reunión entre el propio Oliver y personas de El País para abordar el asunto que podía acabar con Sánchez. El encuentro se produjo al día siguiente en el Hotel Ilunión Alcalá Norte, sito a dos minutos andando de la mítica sede de la redacción de El País, ubicada en la calle Miguel Yuste, número 40. Hasta allí se desplazaron, por parte del Gobierno, el propio Oliver y varios colaboradores de la secretaría de Estado.

«Por parte del periódico —prosigue la investigación— asistieron dos de los tres periodistas que habían encontrado el plagio de Sánchez y Ocaña en su libro. La conversación se antojaba tensa porque sobre la mesa estaba una información que podría tumbar al presidente del Gobierno. Tenía ese material inflamable precisamente el periódico que un año antes era el gran enemigo de Sánchez y que, sin embargo, tras su llegada a La Moncloa había virado en su línea editorial. Acabada la reunión, lo segundo que hizo el Gobierno fue pedir tiempo para contestar. Una respuesta que se demoró más de 24 horas».

Y tras ello, porque no hay detalle de las siguientes comunicaciones entre Moncloa y la dirección del rotativo, el timing fue que la noticia se publicó en la tarde noche del 20 de septiembre. El diario de Prisa renunció así a dar la exclusiva en la portada del día siguiente y además tituló edulcorando el golpe: “El libro de Pedro Sánchez y Carlos Ocaña copia párrafos de la conferencia de un diplomático”. Así, tal cual, como si la obra de los señoritos tuviera ojos y manos para cometer el plagio de marras. Una palabra, plagio, que además no salió citada en la noticia.

Y el subtítulo de la misma decía así: “La Moncloa sostiene que se trata de ‘un error involuntario’ y los coautores se comprometen a subsanarlo en el plazo más breve posible”. Aquí está la madre del cordero. Sánchez y Ocaña copiaron sin entrecomillar ni citar la fuente original decenas de párrafos de cinco de las siete páginas de una conferencia que el diplomático español Manuel Cacho pronunció en un simposio de la Universidad Camilo José Cela (UCJC) el 25 de febrero de 2013. En total, citan sin referir 454 palabras.

De los otros cinco textos copiados, la versión de Moncloa, recogida por Prisa, fue que «todo está en orden» porque eran documentos o intervenciones de instituciones del Estado y «no generan derechos de autor por no tener la consideración de obras, ya que son de uso público al formar parte del debate político».

Claro, pero el plagio de Sánchez y Ocaña a Manuel Cacho si es materia de delito, a tenor del último fallo del Tribunal Supremo que archiva la querella de VOX en relación a la tesis ‘Innovaciones de la diplomacia económica española: análisis del sector público (2000-2012)’. Y aquí Prisa, la anterior casa del jefe de Comunicación del Doctor Cum Fraude, sí echó un capote al presidente. O algo más, porque esa copia al diplomático habría costado el cargo a cualquier dirigente europeo. Pero España todavía no es Alemania en esto.

El Supremo, que ya ha apuntado a la Universidad para que salga de su inacción, ha esgrimido que «la mayor o menor originalidad de una tesis, su valor dogmático y, en fin, lo verdaderamente innovador de su contenido, son cuestiones que han de ser evaluadas en el ámbito académico y totalmente ajenas al Derecho Penal». El Alto Tribunal se basa en que no se le puede aplicar el delito de plagio (contra la propiedad intelectual) porque no hubo intencionalidad de lucro por parte del autor con la tesis doctoral. Pero, ¿y con el libro?

Urge por higiene democrática de este país, que alguien lleve esto a la Justicia y que se diriman responsabilidades en la Comisión de investigación que hay abierta en el Senado. Allí, el PP tiene previsto solicitar al Ministerio de Hacienda toda la documentación relativa a transferencias; anotaciones en cuenta o cualquier otro registro de ingresos derivados de la publicación del libro desde su primera edición hasta la actualidad «tanto para Pedro Sánchez como Carlos Ocaña y terceras personas, si se diera el caso».

Y también pedirá a la editorial de esta obra (Delta Publicaciones) las primeras pruebas del libro; el contrato realizado con los autores; el reparto de derechos de autor entre los autores y/o director del libro y la liquidación de los mismos desde la firma del contrato hasta hoy.

Si de esta documentación, que debería llegar al Tribunal Supremo, se desprende que Sánchez recibió ingresos por un libro que contenía plagio, ya no vale con eso de «subsanaremos» el «error» en próximas ediciones. El delito estaría cometido y el presidente tendría que hacer las maletas. Al tiempo…

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