Tiempo para la reflexión, y no prevalecerán
Ya atravesamos el ecuador de un cuatrimestre que tiene pocos precedentes en cuanto al número de elecciones convocadas en fechas y circunscripciones distintas. Es llamativo que tres de las cuatro comunidades autónomas que accedieron a su autogobierno por la vía del artículo 151CE -falta Andalucía- estén entre ellas, al haberlas adelantado Cataluña. A estos tres comicios hay que añadir las elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio, que cerrará este intenso ciclo electoral. En Galicia, donde se jugaba en gran medida la suerte de Feijóo, el éxito de Rueda fue tan incuestionable como lo fue la suma cero de Yolanda y la derrota del PSOE gallego. En el País Vasco el resultado ha sido una transición de la hegemonía del PNV a una compartida con los blanqueados sucesores políticos de ETA, también socios prioritarios de Sánchez y cuyo éxito hay que apuntarle a él. Las catalanas de este próximo domingo son las más decisivas para la estabilidad del Frente Popular socialcomunista en el gobierno.
Consciente Sánchez de lo que se juega con un Puigdemont también blanqueado con su autoamnistía a la carta, y que le tiene tomada la medida, preparó la precampaña a conciencia. Rodeado de los casos de presunta corrupción conocidos y con su propia esposa en el punto de mira, montó el número de su retiro de 5 días para reflexionar sobre su retirada de la Moncloa. Me cuento entre la mayoría que deseábamos equivocarnos en la personal convicción de que haría lo que finalmente hizo, sólo cuestionada a última hora cuando se tuvo conocimiento de que había ido a la Zarzuela. El final es conocido y confirma la inexistencia de líneas rojas ante su irrefrenable deseo de poder. Ni siquiera la utilización de la figura del jefe del Estado, S.M. el Rey, como en el caso que nos ocupa. Ahora ha incorporado al guión al que se ciñen al milímetro su partido y él, «el lodazal , el lodo, la desinformación y los bulos».
Por supuesto y en coherencia con su política frente populista, todo procede de la derecha y la ultraderecha que quieren acabar con su ejemplar «coalición progresista» de gobierno. Su coalición la tiene con Sumar y los restos de Podemos, que tienen en común ser variantes territoriales y políticas de la ideología comunista que todos ellos comparten. Muy progresista esa ideología como es sabido. Sus imprescindibles aliados parlamentarios son los mismos que los del precedente Frente Popular de 1936 a saber, ERC y el PNV. A los que ahora se añaden los entonces inexistentes Bildu y Junts. Todo muy progresista, sin duda, como pregona el líder.
Dar un golpe de Estado contra la Constitución y no arrepentirse, sino todo lo contrario, es muy progresista; ser los sucesores políticos de ETA es muy progresista; y por supuesto el PNV también lo es, porque el progresismo es lo que le conviene a Sánchez. Es un culto a la personalidad por parte de sus militantes y votantes que no se había producido en España con ningún otro político con el vigente sistema político constitucional. Es un dato objetivo que, tras seis años en el gobierno, es un personaje suficientemente conocido como para saber en quién se deposita la confianza mediante el voto. Y que en la España actual, haya varios millones de españoles que le voten a él directamente, o por medio de sus socios comunistas, para tener un auténtico Frente Popular como el que tenemos, es para pensar en lo que habremos hecho mal desde la Transición para que esto sea así.
Si en una democracia «cada pueblo tiene el gobierno que merece», es evidente que nos merecemos lo que tenemos. Pero no es tiempo de resignación, sino de tomar conciencia de la apremiante necesidad de hacer que lo necesario sea posible, y que se haga realidad. España tiene una Historia donde, como en toda obra humana, hay claros y oscuros, pero en la que sin duda el balance es que fue capaz de llevar la civilización y la cultura de la antigua Europa y alumbrar un nuevo mundo en Ultramar. Y que hoy padece las mismas embestidas ideológicas desde México a la Patagonia que las que padecemos aquí. Sin duda hay quienes desean la destrucción de España- entre otras razones- por ello. Pero no prevalecerán.