La tercera fase del déspota

Sanchistas

Las personas con la incultura de Sánchez se sitúan entre el analfabeto medieval y el vendedor de humo que, como no tiene nada mejor que hacer, se monta una gira por Europa para promocionar el Estado palestino. Rafa Latorre dice que «a Sánchez se le empiezan a ver los andares del pato cojo. Ante la pérdida de autoridad en el interior, el pato cojo suele darse largos paseos por el mundo procurándose una reputación como muñidor diplomático». En efecto, ha aparcado momentáneamente su deporte favorito que era hacerle trampas a la ley. De la misma manera que los liberales tienen la gran virtud de escarmentar en sus propios errores, los sanchistas se regodean con las atrocidades que cometen a diario y que repiten con una puntualidad sorprendente.

Ahí está el inmenso ignorante, indisponiéndonos con los Estados Unidos y la Unión Europea por mutar en Teresa de Calcuta para bendecir a los viles terroristas de Hamás con los cráneos de las víctimas de Cuelgamuros entre las manos… Si no está completamente zumbado poco le falta, pues ha metido a España toda en un drama del que no saldremos, hasta que desaparezca, antes del otoño, cuando Puigdemont le dé la puntilla y lo mande a la tercera fase, la final, de donde nadie escapa, ni vuelve.

Dios ya ha revelado las fotos del fin del mundo y en una puede verse a Sánchez mendigando piedad junto a su angelical esposa, que no es tan angelical como asegura. Junto a ellos aparece Albares, envuelto en llamas por jurar que había rescatado Gibraltar para España. En fin, todos los trileros sanchistas juntos y ardiendo y mintiendo sin parar como bellacos de largo recorrido que son, pues engañar y estafar es su divisa.

Lo mismo podríamos decir de otras tribus dañinas, los maleantes con hambre de notoriedad y riqueza, esos separatistas que forman el disoluto Frankenstein 2 y al que han bautizado como el Gobierno progresista de Sánchez, el traidor que odia a nuestra gran nación.

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