El Supremo, pese a Sánchez, derrota al golpismo en Europa

El Supremo, pese a Sánchez, derrota al golpismo en Europa

El Parlamento Europeo ha comunicado que el preso por sedición condenado a 13 años de cárcel Oriol Junqueras dejó de ser eurodiputado el pasado 3 de enero, cuando la Junta Electoral Central determinó que los condenados por sentencia firme a pena privativa de libertad «son inelegibles». La Sala Segunda del Tribunal Supremo lo ha dejado meridianamente claro: es jurídicamente imposible que adquiera una condición de parlamentario que el propio TS ya le había retirado.

La Justicia española le ha doblado el pulso en Europa a los golpistas, pese a contar con la ayuda de una Abogacía del Estado, manejada por Pedro Sánchez, que ha jugado indignamente a favor de los intereses del separatismo. El Supremo ha desautorizado duramente los argumentos jurídicos de la Abogacía, cuyos máximos responsables han cubierto de oprobio una institución que ha dilapidado en unos días el prestigio labrado durante décadas. Ha sido la Justicia quien ha evitado que un apaño político indecente entre el PSOE y ERC permitiera a Oriol Junqueras tomar posesión del acta de eurodiputado. Ha sido el Estado de Derecho, gracias a la separación  de poderes, quien se ha mostrado como un dique de contención frente a los intentos de Pedro Sánchez de orillar el ordenamiento jurídico para contentar a los sediciosos que han permitido con su abstención que siga en La Moncloa.

La derrota del separatismo, que durante semanas ha tratado de manipular la sentencia del Tribunal de Luxemburgo, es total. Pese a contar con el apoyo del ya presidente del Gobierno, Oriol Junqueras seguirá en la cárcel. Ahora, los independentistas se estarán preguntando cómo es posible que sus expectativas se hayan visto truncadas justamente cuando habían obtenido del Gobierno vía libre a sus pretensiones. Es sencillo de entender: Pedro Sánchez ostenta mucho poder, pero la democracia y el Estado de Derecho son mucho más poderosos que Pedro Sánchez. España y los españoles son más fuertes que un jefe del Ejecutivo carente de escrúpulos.

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