Sumar utiliza balas de fogueo para tapar su rendición al sanchismo

El espectáculo ofrecido por el Gobierno en el asunto de las balas compradas a Israel -que formarían parte del incremento del gasto en Defensa anunciado por Pedro Sánchez- y que se ha resuelto incumpliendo de forma unilateral el contrato de adquisición por las presiones de Sumar retrata a la perfección la delirante deriva del Ejecutivo.
Sumar ha puesto el grito en el cielo por un montón de balas, pero traga con el incremento en defensa -10.400 millones de euros- en un ejercicio sublime de hipocresía. El problema ya no es para esa izquierda antimilitarista que exige de boquilla la salida de la OTAN gastar un 0,6 por ciento más del PIB en armas, sino que lo inaceptable es una partida de balas compradas a Israel. Tiene guasa la cosa.
Yolanda Díaz, cuya figura mengua a velocidad vértigo, se siente satisfecha porque Sánchez le ha ordenado a Marlaska que rompa el contrato con Israel, aunque la ruptura del acuerdo la tengamos que pagar a escote los españoles. Dice que el Gobierno de coalición no peligra, como si alguien se hubiera creído que por un puñado de balas la vicepresidenta iba a dejar el cargo.
Israel ha sido la excusa que los socios de Sánchez han utilizado para desviar la atención de lo verdaderamente relevante: que se han zampado sin rechistar un incremento del gasto militar de 10.400 millones de euros -y lo que te rondaré, morena, porque la OTAN nos va a decir en breve que con eso no basta- colados a capón y sin el visto bueno del Parlamento. Caramba con los del No a la guerra qué manera de abdicar de sus principios para seguir atornillados a los sillones del poder.
Sánchez se cisca en la democracia al aflorar no se sabe cómo 10.400 millones de euros saltándose el Congreso de los Diputados y la izquierda antimilitarista que presume de pureza traga con todo, menos con una partida en balas compradas a Israel. Balas de fogueo para tapar su rendición al sanchismo.