Sánchez salva el pellejo en el País Vasco
El resultado de las elecciones vascas supone un balón de oxígeno para Pedro Sánchez, porque el empate a escaños entre el PNV y Bildu permite al PSOE, que sube dos parlamentarios hasta alcanzar los 12, justificar plenamente su apoyo a los nacionalistas -que ganan en porcentaje de votos- sin irritar a los proetarras. El escenario ideal para el Gobierno. Al final, los herederos políticos de ETA no lograron traducir su notable incremento en una victoria, algo que sirve al jefe del Ejecutivo para reeditar su pacto de Gobierno con el PNV. El PP, por su parte, logra 7 escaños, uno más que en 2020 cuando acudió en coalición con CS. Vox logra mantener su escaño por Álava y la izquierda a la izquierda del PSOE se estrella con estrépito en las urnas, porque Sumar logra un asiento y Podemos se va de vacío. El descalabro de Yolanda Díaz es contundente y va en la línea de sus fracasos anteriores. Lo de Podemos ya es cuestión aparte.
El resultado de las elecciones permite a Sánchez respirar, pero no se puede perder la perspectiva porque el resultado de los herederos políticos de ETA, aunque no hayan obtenido más escaños que el PNV, es suficientemente explícito. Es el partido que más crece y lo hace con un empuje extraordinario. La formación de Otegi, blanqueada hasta la náusea por el PSOE, consigue acabar con la hegemonía de los nacionalistas vascos, que tendrán que reflexionar seriamente y plantearse si su alianza con los socialistas les resulta políticamente rentable. Para Bildu, fortalecido como nunca en las urnas, el resultado le convierte en un actor imprescindible para el sanchismo en la política nacional, lo que se traducirá en más beneficios penitenciarios para los presos etarras y más margen para seguir presionando al jefe del Ejecutivo. No han logrado la victoria, pero tristemente puede decirse que han ganado al ver alcanzado su objetivo. Lo más descorazonador es que pese a que los de Otegi tienen más fuerza que nunca, Pedro Sánchez puede respirar tranquilo.