A Sánchez le sale el tiro por la culata y rinde homenaje al bando franquista
Las imágenes de Pedro Sánchez, ataviado con un mono forense delante de una mesa con restos óseos en las criptas del Valle de los Caídos, ahora de Cuelgamuros, constituyen un tenebroso documento que ilustra a la perfección la indigna y perversa estrategia de manipulación histórica de un presidente del Gobierno que sigue removiendo el pasado en su afán de quebrar la convivencia. Lo de menos es que Pedro Sánchez -cabe suponer que por error- en lugar de contemplar los osarios de las víctimas a manos del bando nacional lo hiciera delante de los restos de los asesinados por el bando republicano, porque lo relevante en todo caso es que cada vez que al presidente del Gobierno se le complica el panorama político, utiliza la baza del Valle de los Caídos. Un intento, por otra parte baldío, de generar tensión y división. Provoca bochorno que el socialismo siga tratando de instrumentalizar políticamente la Guerra Civil cuando han pasado casi 90 años de aquella feroz y fratricida contienda entre españoles. Es una vergüenza que Pedro Sánchez se preste a esta exhibición de necrofilia, porque ninguna de las familias de las víctimas, con independencia del bando, merece que los restos de sus seres queridos sean utilizados políticamente por el presidente del Gobierno de España. La necrofilia política de Sánchez y su obsesión por instrumentalizar la muerte de un bando como bandera ideológica es, sencillamente, repugnante.
Verle así, con mono de forense delante de restos óseos, provoca grima, pero sobre todo genera una terrible sensación de rechazo, porque Sánchez -no nos engañemos- no busca reparar ninguna injusticia, sino arañar un puñado de votos. Es la imagen de la indecencia en estado puro. Sánchez vuelve al Valle de los Caídos y cabe preguntarse si le queda un ápice de sentido y sensibilidad para dejar de remover osarios. Si ya resulta inaguantable su manipulación de los vivos, es odiosa su manipulación de los muertos.