Sánchez no presta oídos a González ni a Guerra
La «grandeza» del socialcomunismo consiste en un gran gobierno y un gran negocio, llamado España. Sus fines totalitarios no son otros que transformar a las personas en huchas recaudatorias, reduciendo la libertad de expresión a mínimos execrables mientras los amos de los sometidos manipulan el Estado a su capricho con decretos ley. Y quien se oponga a tal atraco será considerado un facha, aunque los ‘nazis 5 estrellas’ sean ellos, los social-comunistas. Sánchez no presta oídos a González ni a Guerra, dos políticos incomparablemente más cultos, inteligentes y sensatos que él. Mejor le iría hacerlo.
Felipe González da muy sabios consejos que el maniquí desatiende. «Si alguien promete cumplir y hacer cumplir la Constitución y el ordenamiento jurídico con lealtad al Rey, sólo le pido que cumpla su palabra». Alfonso Guerra, tampoco se corta: «Aquí se está jugando con trampa, veo un suicidio colectivo el acuerdo entre un partido constitucionalista , el PSOE, y otro que no lo es, Podemos. El abrazo entre Sánchez e Iglesias es un drama, que acabará en desastre». Pero Pedro Sánchez se hace el sordo. Prefiere atender el obsceno pataleo y exigencias de sus socios golpistas o terroristas, en fin, sacacuartos, a la sabiduría que brindan gratis los personajes expuestos.
Pablo Iglesias, títere oportunista reñido con las formas de un ser bien educado, no deja pasar una sola ocasión para hacer el ridículo. Usa su cargo con deshonor y evita aplaudir el discurso del Rey cuando él, un pelele de marca mayor, se aplaude a sí mismo ante la gentuza que le vitorea. Arenga a los zarrapastrosos a lanzar adoquines contra la Policía y suplica que su vivienda de nuevo rico esté vigilada 24 horas al día por la Guardia Civil. Así es Iglesias, peligroso y siempre incoherente. Ninguna vacuna del Covid sirve para aniquilar su pútrida ideología.
¿Qué pinta un tipo así en este Gobierno?, ¿por qué se le permite jurar, fuera de sí, que «en España no hay democracia ni libertad?» ¿O será que la hay? De quedarle algo de dignidad al presidente Sánchez debería mandarle de una patada a sus amados paraísos. Nos haría un favor. Este Gobierno de coalición es penoso, sólo da cuartel a los sacamantecas. (Agradezcamos a González y Guerra sus lúcidos consejos).