Sánchez es un escorpión: muere si pica a golpistas
Al igual que en la fábula de ‘El escorpión y la rana’ que se le atribuye a Esopo —escritor de la Grecia antigua—, si Pedro Sánchez aplicara la ley contra los independentistas, sería el final del propio Pedro Sánchez. Ellos lo llevaron a La Moncloa con el apoyo adicional de los comunistas bolivarianos, los nacionalistas vascos y los proetarras de Bildu. De ellos depende para mantenerse en el poder. De ahí que Sánchez no les pueda picar y tenga que mantener la permisividad exhibida durante todo este tiempo con las veleidades del xenófobo Quim Torra. Por mucho que el Gobierno haya filtrado a PDeCAT y ERC que aplicará el artículo 155 de la Constitución si no les queda más remedio, en realidad parece un ruego más que una advertencia. Una petición de buen comportamiento para que Sánchez siga teniendo una excusa para no aplicar la ley contra ellos.
Tanto él como su equipo son conscientes de que poner en marcha el 155 —sobran los motivos— conllevaría perder el favor político de los separatistas y, por lo tanto, tendrían que convocar elecciones generales de manera anticipada. Algo que, a pesar de los barómetros falseados por José Félix Tezanos y tras la irrupción de VOX en las recientes elecciones andaluzas, sería sinónimo de ruina electoral para los socialistas. Por lo tanto, parece bastante improbable que ocurra a no ser que suceda algo muy grave en las próximas semanas. Por ejemplo, coincidiendo con el Consejo de Ministros que tendrá lugar en Barcelona el próximo día 21 de diciembre y para el que los Comités de Defensa de la República (CDR) han anunciado una «batalla». La ley no está para advertir, sino para aplicarla en caso de su incumplimiento. Los sediciosos han convertido el día a día de Cataluña en una constante infracción.
Pedro Sánchez tendría que haber tomado la decisión de aplicar el 155 hace mucho tiempo. Una aplicación de verdad, con intervención de las cuentas públicas y también de la propia televisión autonómica, foco transmisor de la perniciosa propaganda. Sin embargo, la hipoteca con la que carga su Ejecutivo le ha impedido actuar. Eso y que el sentido de Estado de Pedro Sánchez empieza y acaba en sí mismo. Por lo tanto, nunca hará nada que vaya en contra de él, por mucho que esta dinámica suponga una imponderable rémora política, económica y social para todos los españoles. En la fábula de Esopo, el escorpión y la rana acababan hundidos en el fondo del río. En la realidad valleinclanesca que coloniza nuestro país, Sánchez sería capaz de arriesgar la viabilidad del país antes que su propio puesto por mucho que ya tenga el agua al cuello.