«Las elecciones paralizan el país» (Sánchez)

Una de dos o ambas cosas a la vez: este hombre está mal de la azotea o su idea sobre la democracia la aprendió en la exclusiva escuela de Kim Jong-un, es decir, del amadísimo líder de Corea del Norte.
Decir, como afirmó Pedro Sánchez en el masaje que en esta ocasión le propinó la tal Pepa Bueno (que ha entrado en el selecto club de más de 250.000 euros, club fundado por el pobre e inconsistente López en RTVE), que convocar elecciones sería colocar a España en un periodo de «parálisis» es algo que demuestra, en efecto, que el muchacho que creció gracias a los prostíbulos del suegro Sabiniano tiene un un muy serio problema democrático.
Lleva unos cuantos ejercicios sin Presupuestos Generales cuando la Constitución es taxativa al respecto. De los siete años larguísimos e insufribles que lleva en el poder en España, apenas ha tenido algunos momentos de tranquilidad democrática y todo ha sido «anómalo», gobernando mediante decretos y burlando siempre la legalidad democrática en un oscurantismo más que sospechoso, incluso en lo que respecta a sus gastos personales y los de su entorno.
Nada tiene de extraño que la comparecencia ad hoc de Sánchez, siempre en territorio trufado y favorable, fuera batida por Bertín Osborne y El Hormiguero de Pablo Motos. Pese a que su edecán favorito (el ya referido melifluo, sÍ, pero también trilero López en lo relativo a sus audiencias que las falsea cual aprendiz de Goebbels) utilizó todos los canales públicos para agradar a su jefe ante el que se muestra genuflexo con ocasión o sin ella.
Dice Sánchez que siente el «aliento del pueblo» y no teme a los abucheos y demás muestras de desagrado que recibe en cualquier lugar de España, allí por donde pisa. Esta primera entrevista (probablemente la última durante un largo tiempo) ha venido a demostrar que está dispuesto a mantenerse en el machito y a seguir viviendo gracias al oxígeno que le manda el prófugo Carlos Puigdemont. Algo que por sí mismo abriría las carnes de cualquier persona decente con un mínimo de capacidad ética para ser primer ministro.
Definitivamente, amigos, este cuate no tiene solución.
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