A Illa se le pone muy difícil la investidura

Salvador Illa
  • Xavier Rius
  • Periodista y cofundador del diario E-notícies. He sido redactor en La Vanguardia y jefe de sección del diario El Mundo. Escribo sobre política catalana.

En el manicomio catalán es muy difícil hacer pronósticos, pero todo parece indicar que a Salvador Illa se le está complicando la investidura. Más de 300 dirigentes y altos cargos de Esquerra han firmado un manifiesto pidiendo el relevo de Junqueras.

Entre los firmantes está la plana mayor del Govern o del partido. La vicepresidenta del ejecutivo, Laura Vilagrà, los consejeros Ester Capella (Territorio), Roger Torrent (Empresa), Natàlia Garriga (Economía), Manel Balcells (Salud), Meritxell Serret (Exteriores) David Mascort (Agricultura).

Históricos como Joan Puigcercós -a Junqueras lo puso él- y los ex consejeros Tresserras (Cultura) o Huguet (Universidades). Hasta veteranos como Ernest Maragall.

En resumen, Junqueras se ha quedado solo. Aguantan apenas un grupo de fieles con Gabriel Rufián al frente y el consejero Joan Ignasi Elena (Interior), que proviene del PSC y que ya dejo claro hace unos días en X que está con él “ahora y siempre”.

Tampoco se han significado Raül Romeva; la cabeza de lista en las europeas, Diana Riba -esposa del anterior- o el jefe de comunicación de Esquerra, Oriol Duran, que ha llevado las dos últimas campañas con éxito de crítica y de público a tenor de los sendos batacazos. Pero en estos casos el silencio es clamoroso.

Todo ello complica todavía más la investidura de Illa porque Esquerra está abierta en canal. Difícilmente, votarán el candidato socialista en pleno debate interno.

La semana pasada Junqueras, aunque ahora es un militante raso, se declaró a favor en una entrevista en Catalunya Ràdio a alcanzar pactos con los socialistas. O sea que el manifiesto va también contra esto.

Además, en un partido de tendencia asamblearia como Esquerra nunca se sabe. Las bases acostumbran a votar contra la dirección. A veces por simple mosqueo o voto de castigo.

La prueba es que el alcalde Jaume Collboni, que sobrevive como puede, llegó a un acuerdo para incorporar ERC al gobierno municipal. Había que aprobarlo en un congreso extraordinario de la Federación de Barcelona y asistió tanta gente que tuvieron que suspenderlo. Previsiblemente para votar en contra.

A Salvador Illa, pues, se le acumulan los problemas. En una entrevista en La Vanguardia este domingo, Pedro Sánchez elogió en dos ocasiones a Esquerra. Una para atribuirles los indultos y la amnistía en detrimento de Junts. La otra para decir que el futuro de Cataluña pasa por el acuerdo entre republicanos y socialistas. De rebote ha conseguido encabronar a Carles Puigdemont, que ya lo ha acusado de “chantaje” por ofrecer una reforma de la financiación como caramelo.

No sabes si lo hizo aposta porque con Pedro Sánchez nunca se sabe, pero parecía que le daba la puntilla a Salvador Illa. Semejantes elogios a ERC mientras ya se ha puesto en marcha el reloj no favorecía al presidencial del PSC.

Por eso, los cabreos -individuales o colectivos- en Esquerra van en aumento. Hasta el histórico Joan Tardà se ha quejado en X de que no le han dicho nada del manifiesto. Aunque él siempre ha sido partidario del pacto entre las izquierdas y considera “suicida” hacer tabla rasa con Junqueras.

O el eurodiputado Jordi Solé, que se ha ido dando un portazo. Aunque ha tenido el detalle de hacerlo después de las europeas. Porque después de haber sido parlamentario durante seis años y medio, dos legislaturas, fue desplazado por un fichaje estrella: el hombre del tiempo de TV3, Tomàs Molina.

En fin, lo que decía: puede pasar de todo. Pero basta ver que Esquerra deja Pere Aragonès después de su paso por la presidencia de la Generalitat. Se cumple inexorablemente aquella ley de que las revoluciones devoran a sus hijos. El próximo puede ser Oriol Junqueras.

¿O incluso la misma ERC? Ahora tienen 20 escaños. Perdieron trece. Pero lo peor es que Junts les sacó, quince. Marta Rovira ya ha dicho que no les da miedo ir a nuevas elecciones. ¿Pero resistirán con un Puigdemont amnistiado? ¿O con acusaciones de Junts de botiflers (traidores)? Y si en la nueva convocatoria electoral quedan incluso por debajo del PP (15). Parece difícil, pero el proceso, aparte de liderazgos, se ha llevado también un montón de partidos: CiU, Convergencia, Unió, Iniciativa. Hagan apuestas, señores.

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