Un Rey europeísta y moderno
Bien y objetivamente analizado el reciente discurso del rey Felipe VI, además de consolidarse como un monarca sentado en la Constitución y la democracia, permite, asimismo, colegir alguna derivada interesante, especialmente si se compara con los que se muestran como abiertamente enemigos.
Para empezar, la unidad de la nación que el jefe del Estado reclama no es un concepto caduco y repleto de telarañas; lo repleto de moho es, sin duda, esos intentos de secesión y partimiento que invocan los aliados sanchistas, esto es, Puigdemont, Junqueras, Bildu y los trabucaires peneuvistas. De ese mismo modo, el moderno y repintado Sánchez se convierte en una estatua de sal al abrazarse interesadamente con los caducos independentistas y no digamos con los herederos de la peor banda asesina que pobló Europa desde la II Guerra Mundial.
El Rey Felipe, por edad y convencimiento, ha demostrado ser un europeísta de tomo y lomo, convencido de que no hay otro camino aunque sea manifiestamente mejorable. Frente a ese concepto se alzan los neocomunistas que acaudilla una mujer ferrolana que, según dicen sus deudos, tienen más peligro que una piraña en un bidé. La ideología comunista, con la praxis histórica delante, tiene más mugre que el flequillo de Karl Marx y, allí donde se ha experimentado, sabemos los resultados en falta de libertades, hambre y piojos. Ahí está para demostrar lo anterior el caso de la querida y añorada Cuba: 64 años de «revolución» (sic) para acabar el pueblo en peores condiciones que en la criminal etapa de Batista.
La patulea caduca. Así han denominado recientemente en un diario europeo a ese conglomerado de partiditos y lidercillos que han tenido la virtualidad, para desgracia de España, de permitir que Sánchez siga anclado en el poder. ¡Allá ellos! Y allá el pueblo español…
El Rey, en su reciente mensaje navideño, estuvo cumpliendo su papel de forma exquisita. Los exabruptos de sus enemigos permiten calificarlos como lo que son: ganapanes de la política. Por ejemplo, la estupidez de un tal Rufián, ¿de qué cueva ha salido el sujeto?, de poner la foto de un niño al lado de Franco. Por el mismo precio y con más razón podría haber colocado al abuelo y padre de su jefe político, Pere Aragonés, que esos sí eran franquistas con caudales en paraísos fiscales. O el Aitor Esteban tractorial con cara de soriano desteñido hablando de la entelequia histórica de la nación vasca que nunca existió.