El Rey aguanta la rabia del pueblo, Sánchez huye
La rabia y la ira desatada en Paiporta durante la visita de los Reyes, acompañados de Pedro Sánchez y Carlos Mazón, es la comprensible reacción de un pueblo que expresa su indignación por el absoluto fracaso del Estado en la gestión de la tragedia que ha asolado Valencia. Lo ocurrido revela el grado de rechazo de una sociedad que se siente legítimamente abandonada por las instituciones y que da rienda suelta a su repulsa increpando a las autoridades, pues ellas son la encarnación del fracaso rotundo del Estado. El Rey ha sufrido en sus carnes la rabia de un pueblo devastado, la ira de una localidad que, envuelta en muerte y destrucción, ha comprobado hasta qué punto la fragmentación del Estado con su dispersión de competencias ha agravado la dimensión de la tragedia a unos niveles impropios de un país desarrollado.
La desafección de la sociedad con la clase política ha alcanzado su máximo nivel y lo ocurrido marca un punto de inflexión de imprevisibles consecuencias. Nada va a ser igual desde ahora, porque hemos asistido en directo al fracaso más descarnado del Estado, al cuestionamiento más áspero del sistema. Por supuesto, la reacción del Rey aguantando sobre el terreno la rabia del pueblo contrasta con la huida de un presidente del Gobierno que ha sido incapaz de permanecer en pie. Se ha escapado a bordo de su coche oficial. Una metáfora perfecta de la cobardía moral que retrata al personaje. Si el Rey se queda en medio de los reproches e insultos, aguantando la ira de la gente, el presidente del Gobierno se queda junto a él. No hay otra. El Estado ha colapsado en Valencia y eso abre un escenario nuevo, porque está claro que entramos en una etapa distinta que obliga a una profunda reflexión. Valencia es la zona cero de un Estado que ha abdicado en tiempo real ante los ojos de un país que ha llegado al límite.