Creciente inseguridad en Palma

Vamos observando cómo poco a poco van incrementándose los niveles de inseguridad sin que paralelamente se pongan los medios suficientes para atajarla, lo cual repercute y repercutirá al final muy negativamente sobre los niveles de tranquilidad ciudadana de la que, entre otros aspectos, depende también en gran parte nuestra industria turística.
Si no queremos acabar, pongamos como ejemplo, como Barcelona, donde atajar la inseguridad ya se ha convertido en una cuestión imposible, entre otras razones por la desidia e inoperancia que existió en su día para impedirlo, comienza a ser buena hora de aplicar aquí la lección y atajar lo que, entre otros motivos, surge inherente al turismo y donde en sus principales zonas actualmente se produce una incidencia superior.
Ni el actual Govern ni por supuesto la administración estatal parece que de momento se han dado por aludidos. Unos porque no han calibrado todavía suficientemente el peligro que ello supone y conlleva y sus posteriores consecuencias y los otros porque carecen de fuerzas suficientes -Policía y Guardia Civil- como para mantener los suficientes niveles de seguridad y las dificultades para garantizar plantillas estables.
No se trata de generar alarmismo, pero de un simple repaso diario a la prensa se deduce suficientemente que la inseguridad va en aumento y esto es algo que no deberíamos permitirnos.
MARTES: INTERMODAL, PUNTO NEGRO. Palma tiene, independientemente de los barrios conflictivos como Camp Redó-Corea, Son Goleu y el narcobarrio de Son Banya, un punto negro de delincuencia e inseguridad en el centro de la ciudad y precisamente uno de los enclaves donde mayor tranquilidad debería existir porque es el sistema de comunicación entre la ciudad y el resto de la isla. Nos referimos a la Estación Intermodal de la Plaza de España donde, desde hace tiempo y sin que todavía se haya logrado remediar, ocurren demasiadas cosas que desmerecen de un lugar donde la seguridad debería ser máxima.
La Conselleria de Transportes es la encargada de velar por que allí no se produzcan desmanes, pero, a falta de fuerzas de seguridad autonómicas, el Ayuntamiento de Palma, por la cuenta que le tiene, no debería permitir que Palma tenga en el centro de su ciudad un evidente punto negro y, si acaso, la Policía Nacional podría echar también una mano. Lo que no es ni permisible ni tolerable es que, desde hace ya demasiado tiempo, en la estación intermodal se produzcan demasiados desmanes de todo tipo.
MIÉRCOLES: PACIFICAR EL TRÁFICO. El alcalde de Palma, bien por la iniciativa, multará con 200 euros desde el 1 julio a los coches de más de 25 años que entren al centro de la ciudad. Pero el alcalde, muy celoso en algunas cuestiones, debería poner el acento también en otros aspectos que desmerecen la situación circulatoria en Palma y que el concejal de Movilidad, Toni Deudero, parece que no se ha dado en ningún momento por aludido.
Para empezar, lo de Palma 30, que figura brillantemente en los accesos a Palma –véase Palacio de Congresos—es absolutamente falso. En Palma, excepto zonas congestionadas, circula todo el mudo a la velocidad que le da la gana sin más limitaciones y ahí está el paradigmático caso de las Avenidas, donde recientemente, frente al Ramon Llull, hubo el último siniestro.
En segundo lugar -comienza a ser buena hora y debería cazarlos la Policía Local- circulan por la ciudad motocicletas con un ruido atronador atemorizando al ciudadano. Es posible que estas motos no pasen de más de un centenar, pero es absolutamente justo y necesario terminar con ellas, inmovilizarlas y ponerles coto.
Si el alcalde no se apercibe de estas cuestiones, malo, pero que el concejal las obvie, mucho peor. Si es así, es evidente que no sirve para el cargo que ocupa.