Al borde del abismo

De la humillación exterior a la traición interna, el PSOE de Pedro Sánchez y Zapatero ha convertido el poder en un arma contra la unidad, la soberanía y la dignidad nacional.
Desde la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero, la política exterior española ha seguido un rumbo de colisión con nuestros principales aliados. En particular, con Estados Unidos, la primera potencia del mundo, que mantiene en suelo español una de sus bases militares más importantes: la de Rota.
Zapatero empezó su trayectoria política mostrando desprecio a nuestros socios estratégicos: se negó a levantarse ante la bandera estadounidense en un acto oficial como líder de la oposición. Ya como presidente, ejecutó una retirada unilateral de nuestras tropas de Irak, dejando tirados a nuestros aliados en plena misión internacional. Aquello fue más que una decisión política: fue una traición en toda regla, que deterioró profundamente las relaciones bilaterales y debilitó la posición internacional de España.
Pero su legado no termina ahí. Zapatero ha sido, y sigue siendo, el mentor en la sombra del PSOE más sectario y corrupto que hemos conocido. Pedro Sánchez, lejos de corregir esa deriva, la ha intensificado. En política internacional, no ha dejado pasar una sola oportunidad para agraviar a Estados Unidos: ha tomado partido por la organización terrorista Hamás, ha roto relaciones comerciales con Israel, ha atacado públicamente a Donald Trump y ahora se niega a cumplir con el compromiso de inversión en Defensa exigido por la OTAN, el 2%, mientras otros países ya apuntan al 5%. Estados Unidos no olvida y España paga las consecuencias.
En el frente interno, la situación no es menos grave. A la corrupción económica -que ya es sistémica- se suma la mayor claudicación política de nuestra democracia: la Ley de Amnistía. Una verdadera ignominia, un acto de rendición ante el separatismo, que pone en cuestión la igualdad ante la ley y la autoridad del Estado. Y no olvidemos que el actual presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, fue promovido en su momento con el apoyo del Partido Popular. Todos tienen su parte de responsabilidad.
Este hundimiento institucional responde a tres grandes males que España debe afrontar con urgencia si quiere sobrevivir como nación:
- Los enemigos internos: nacionalistas catalanes y vascos, cuyo único objetivo es romper España.
- Una clase política mediocre: dominada por la cobardía, la ignorancia y el cálculo partidista.
- El PSOE actual: dirigido por Pedro Sánchez, pero guiado desde la sombra por Zapatero, ha cruzado todas las líneas rojas morales, institucionales y legales.
España necesita una auténtica regeneración nacional. Una catarsis. Hay que empezar de cero: desmontar el sistema autonómico que ha fomentado el privilegio y la desigualdad; restaurar la independencia del Poder Judicial; tipificar de nuevo el delito de sedición con las penas más severas; castigar la corrupción con cárcel real; ilegalizar a todo partido u organización que promueva la ruptura de la unidad nacional; y reformar la ley electoral para que las minorías separatistas no decidan el destino de la mayoría de los españoles.
Sólo así recuperaremos la dignidad como país, la seguridad como ciudadanos y la esperanza como nación.