¿A qué espera la Fiscalía para actuar?
La Fiscalía tiene que actuar con diligencia ante las ignominiosas falacias que tratan de extender los separatistas de ERC y PDeCAT. Es intolerable que culpen al ex presiente del Gobierno Mariano Rajoy y a los mandos del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) del atentado yihadista que acabó con la vida de 16 personas y dejó más de un centenar de heridos. Ese tipo de abyecciones declarativas deben recibir todo el peso de la ley. Acusaciones tan graves sólo persiguen calentar de un modo kamikaze el ambiente previo al homenaje a las víctimas que tendrá lugar el próximo 17 de agosto y al que acudirá el jefe de Estado, Felipe VI. Espolear los más bajos instintos de los grupos más radicales.
Los independentistas llevan semanas tratando de criminalizar a los principales símbolos del Estado para dificultar al máximo la visita del Rey a Barcelona, aunque sea a costa de politizar de manera vil una conmemoración tan sensible como la de los ataques yihadistas de hace un año en la capital de Cataluña. Una prueba más de que Quim Torra y sus acólitos no tienen el más mínimo escrúpulo y están dispuestos a utilizar los recursos que sean necesarios para convertir la región en una dictadura de facto. Los radicales siempre han tenido en el victimismo un recurso habitual para asentar sus soflamas. No obstante, utilizarlo de esta manera es de una bajeza ética y moral inadmisible.
Decir que el anterior jefe del Ejecutivo y los agentes del CNI permitieron y organizaron dichos atentados para detener el proceso de independencia en la comunidad autónoma es de una miseria moral inadmisible. Una exaltación de odio que la Fiscalía debe vigilar, analizar e investigar hasta depurar todas las responsabilidades. Este discurso, además, es irresponsable, ya que si de algo se nutre el yihadismo radical es de la división de algunas sociedades de Occidente a la hora de actuar contra su barbarie. Siempre que se produce un ataque de este tipo, por muy impredecible que sea, hay fallos que deben ser escrutados. No obstante, tanto Rajoy como el CNI, así como la inmensa mayoría de españoles, lo único que deseaban es que no hubieran ocurrido nunca. Estas acusaciones por parte de los separatistas denotan una estrategia política y unos subconscientes muy inquietantes.