Que dejen todo como está
«¡No le toques ya más, que así es la rosa!». Valga este breve y celebérrimo poema de Juan Ramón Jiménez para ejemplificar el gran trabajo que Partido Popular y Ejecutivo —Ejecutivo y Partido Popular, que tanto monta— están haciendo en Cataluña. Labor donde destacan con luz propia tanto el delegado del Gobierno, Enric Millo, como Xavier García Albiol. El presidente de la formación en la comunidad catalana ha recuperado de manera acertada la esencia constitucionalista y española que tan buenos resultados granjearon al PP en el pasado. La solidez y la rotunda personalidad del ex alcalde de Badalona ante los chantajes y las veleidades de los independentistas han vuelto a convertir al Partido Popular en un referente indiscutible en la defensa de los principios elementales de la unidad nacional. Una línea que recuerda a la que inició Alejo Vidal-Quadras en los años 90 y que tuvo su punto álgido en las elecciones autonómicas de 1995, cuando logró el mejor resultado en la historia del partido con 17 diputados y más del 13% de los votos.
Un modo de hacer política basado en la defensa indiscutible de España frente a los secesionista que volvió a recuperar Alicia Sánchez-Camacho y que de manera indefectible catapultó de nuevo a los populares hasta los 18 escaños en las autonómicas de 2010. Aunque, esta vez, con menos porcentaje y número de votos que 15 años antes. Prueba inequívoca, no obstante, de que los valores que ahora representa García Albiol son los idóneos para un gran Partido Popular en Cataluña, para una España más fuerte en la región. Una labor en la que, como decíamos al principio, también está siendo decisivo Enric Millo. Hombre bregado y de dilatada experiencia en la política autonómica desde sus tiempos en Unión Democrática de Cataluña, es la persona indicada junto con la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, para llevar las negociaciones y aplacar, a base de diálogo y cordura, las salidas de tono y las provocaciones de Carles Puigdemont, Artur Mas y demás golpistas. Por lo tanto, cuando algo funciona lo mejor es dejarlo todo como está.