¿Por qué debería importarnos el caso Jordan Peterson?

caso Peterson

Porque su humillante condena es una imposición más de una ideología que también amenaza nuestros derechos y libertades. Si alguno de los lectores no lo conoce, le hago un somero resumen. El académico y psicoterapeuta canadiense Jordan B. Peterson ha publicado decenas de artículos en prestigiosas publicaciones y es conocido en nuestro país por ser autor de dos libros publicados en español: 12 reglas para vivir. Un antídoto al caos y Más allá del orden. 12 nuevas reglas para vivir, que he tenido el placer de reseñar, por cierto. Ha sido traducido por lo menos a 45 idiomas y ha llegado a las cumbres del mundo editorial global gracias, en buena parte, a las nuevas tecnologías y a las redes sociales.

Este éxito fulminante no lo vio venir ni él mismo, y llegó a afectarle profundamente. Mr. Peterson vivía una existencia bastante discreta como profesor de la Universidad de Toronto. Armonizaba esa tarea con el ejercicio de la psicología clínica y diversas colaboraciones con importantes universidades como la canadiense McGill y Harvard. Pero, con la gran difusión que alcanzó su primer libro, sus viralizadas charlas en las redes sociales, sus podcasts y sus videos de YouTube encontró terreno abonado en el hartazgo ya muy general con la «corrección política» y lo que él llama «la intimidación de la izquierda». Y no sólo puso en cuestión a los movimientos de izquierda, sino que descubrió hasta qué punto ciertas filosofías impregnaban gran parte de las instituciones educativas y culturales penetrando incluso en sus normativas y legislaciones.

Esto le costó muchos disgustos. Un compromiso grave de su salud, a la vez que algunas desgracias familiares, hicieron zozobrar su vida. Sin embargo, consiguió volver con fuerza. Su segundo libro, Más allá del orden, fue fruto de esa experiencia tumultuosa cuya superación afianzó su posición pública como líder de una nueva derecha ilustrada que respeta el orden jerárquico del mérito, el amor por la disciplina, el trabajo duro, la consideración por el pasado o las diferencias en su motivación por el estatus de hombres y mujeres.

Todo lo que se ha venido a llamar cultura woke es objeto de su crítica, y en 2022 se buscó una nueva y mediatizada polémica con la actriz Ellen Page, que se había declarado trans y renacido como Elliot Page. Como Jordan Peterson no considera que una mujer pueda convertirse en hombre, siguió refiriéndose a esa persona públicamente con sus anteriores pronombres. Concretamente dijo que «los pechos de ella habían sido extirpados por un médico criminal». Como no se disculpó , tuvo una avalancha de denuncias y hasta Twitter (antes de ser X) le suspendió la cuenta.

El Tribunal Divisional y el Colegio de Psicólogos de Ontario determinaron que debía asistir a un «curso de reeducación» en redes sociales por fechorías tales como unos comentarios vertidos a través de Internet contra el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, sus críticas a los pronombres neutros o su defensa de que la cultura actual fomenta prácticas poco aconsejables como la obesidad.

Rechazando semejante «formación», acudió a la justicia para dirimir si estas instituciones tenían autoridad para condenarle por mensajes realizados fuera del ámbito laboral. Pero un panel de tres jueces del Tribunal de Apelaciones de Ontario desestimó la moción en contra de esta decisión y ahora deberá someterse a lo que él llama «reeducación».

La noticia la ha desvelado a través de X, donde suma más de 4,9 millones de followers. Se va a negar a hacerlo porque sería «capitular ante los pequeños burócratas y la turba confundida». Y añade: «la guerra apenas ha comenzado. No hay nada que puedas quitarme que no esté dispuesto a perder».

Por eso digo que el caso Peterson nos incumbe. En nuestro país también nos arriesgamos a condenas severas por afirmar lo que nos enseña la biología más elemental: el sexo es algo que está inscrito en casi cada una de nuestras células y nadie puede cambiárselo. Sin necesidad de compartir el conjunto de su muy barroca filosofía, en muchos aspectos está más en sintonía con lo que conocemos sobre la naturaleza humana que una izquierda woke a la que nunca se le exigen justificaciones de sus ocurrencias.

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