El proteccionismo da un paso más en EEUU
Hace algunas semanas, comentaba en estas páginas que el proteccionismo es un peligro para el crecimiento económico, el empleo y la prosperidad de todos los ciudadanos, pues impide el progreso y, con ello, la generación de actividad, puestos de trabajo y riqueza. Sin embargo, en los últimos tiempos vivimos unas constantes tensiones proteccionistas en todo el mundo, con EEUU a la cabeza. Su guerra comercial con China, con la amenaza de emprenderla también con Francia y con toda la Unión Europea (UE), es un constante peligro que atenaza la economía.
Pues bien, tras lanzar unos mensajes de tregua a primeros de agosto y llegar a algún tipo de acuerdo con Francia en la cumbre del G-7, este fin de semana Trump ha elevado de nuevo la tensión en dicha guerra comercial que mantiene con China. Así, ha incrementado cinco puntos los aranceles a las importaciones chinas, con un gravamen del 15%, que afecta a importaciones por valor de más de 112.000 millones de dólares. Esa subida de cinco puntos en los aranceles sobre lo que había ya anunciado constituyen una escalada en la agresividad proteccionista que se está instalando en el mundo.
Adicionalmente, otro paquete de importaciones chinas, por valor de 250.000 millones, verán incrementado su arancel del 25% al 30% a partir del uno de octubre si no hay marcha atrás en la decisión del mandatario estadounidense. Ese incremento, como parte final, será también aplicado sobre otro paquete de importaciones chinas por valor de 160.000 millones de dólares, hacia mediados de diciembre. De esa manera, la subida de aranceles afectará al casi 100% de las importaciones chinas.
Eso está causando un daño importante sobre el conjunto de la economía internacional, que puede ver rebajado su crecimiento entre 2 y 4 décimas al año, con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo, además en un entorno de desaceleración económica. O se produce un acuerdo entre todos los países para aparcar el proteccionismo, o sus consecuencias pueden resultar muy negativas para la prosperidad internacional, al que se puede unir la circunstancia de un posible ‘Brexit’ abrupto y sin acuerdo, que levante también barreras comerciales entre el Reino Unido y el resto de la Unión Europea (UE). La economía no necesita de viejos aranceles, sino de nuevo dinamismo, que no viene nunca por el lado de las prohibiciones y el intervencionismo, sino del ímpetu empresarial, la competencia y la especialización.