Podemos: el feminismo era la agresión sexual

A mí nunca me engañó la chusma podemita. Desde el minuto 1 tuve meridianamente claro que constituían un mix de delincuentes, caraduras, indocumentados, aprovechateguis, ladrones, abusadores y machistas del sector más duro y cavernícola. Aún recuerdo cómo, hace 10 años, con España saliendo a trancas y barrancas de la mayor crisis de su historia, muchos españoles en general y el 95% de los medios en particular nos los vendían como unos salvapatrias. Eran los inmaculados chicos que venían a regenerar un sistema corrompido hasta los tuétanos. Savia nueva que, en realidad, era infinitamente peor que los políticos de toda la vida de Dios. Diez veces más cínicos y veinte más corruptos. Cosas de la imbécil sociedad civil patria: hace falta ser muy lerdo para pensar que unos comunistas a sueldo de Maduro van a regenerar nada, excepción hecha de su propio bolsillo, naturalmente.
Pronto, muy pronto, no había transcurrido ni medio año de su extraordinario resultado en las Europeas de 2014, certifiqué más allá de toda duda razonable que mi intuición había vuelto a acertar: no pasaban de ser una cuadrilla de cínicos que hacían exactamente lo contrario de lo que predicaban. Prometieron que no cobrarían más de tres salarios mínimos y se embolsaban sus sueldazos íntegros; ponían a parir al PP por el caso Gürtel pero a ellos los financiaban la narcodictadura venezolana y la teocracia iraní; se les llenaba la boca de derechos sociales y tenían a las escoltas haciendo de niñeras, jardineras y recaderas; se presentaban como la quintaesencia de la transparencia pero eran más oscurantistas que el Movimiento Nacional de Francisco Franco; juraron y perjuraron que nunca saldrían de Vallecas y en cuanto pudieron se fueron a morar en el casoplón de Galapagar; y sobra decir que se las daban de feministas cuando en realidad eran una versión capitalina de La Manada sevillana.
Nos vendieron que Podemos era savia nueva, pero la realidad es que eran infinitamente peores que los políticos de toda la vida de Dios
En mi memoria permanecen indelebles las consignas feministas de Iglesias, Monedero y Errejón. Delincuentes que se permitían, incluso, el lujo de manifestarse el 8 de marzo coreando toda suerte de eslóganes contra un machismo que, obviamente, encarnaban en exclusiva los machirulos de la derecha. Los carteles de Podemos con motivo del 8-M de 2016 eran reveladores: en uno se ve la imagen de Íñigo Errejón; en otro, la de Iglesias; en ambos la misma leyenda, «Un país con nosotras, ni una menos». Ese mismo día el indeseable de Pablo Echenique escribía en X: «Hay que construir una sociedad que no tolere las violencias machistas».
Mientras iban al 8-M o ponían su asquerosa cara a la lucha contra la violencia machista, estos tipejos ya agredían sexualmente a militantes y simpatizantes de Podemos y a alumnas. En aquel entonces ya había llegado una denuncia contra Juan Carlos Monedero. Había ocurrido en un acto del partido a finales de 2015. La mujer agredida levantó la voz, apuntó con el dedo acusador, pero el partido optó por la omertá, por proteger al victimario y presentar a la víctima como una suerte de perturbada mental. Todo un ejemplo democrático.
OKDIARIO publicó en agosto de 2016 las denuncias de «agresiones sexuales, acoso y abuso de poder» presentadas por integrantes del Círculo Joven de Podemos en Madrid. «Sois peores que los machistas de Falange, a la espalda sois unos putos agresores sexuales», rezaba la acusación, publicada por este periódico. «No nos lo hemos sacado del coño», puntualizaban, «tenemos capturas». La cúpula del partido morado aseguró haber apartado a 4 de estos depredadores pero lo único cierto es que sus identidades jamás salieron a la luz y tampoco fueron expulsados o denunciados en comisaría.
Mientras iban al 8-M o ponían su cara a la lucha contra la violencia machista, estos tipejos ya agredían sexualmente a mujeres
Ese mismo mes publicamos el mensaje que el delincuente de Pablo Iglesias había lanzado en el canal de Telegram de la cúpula de la formación neocomunista. «Azotaría a Mariló Montero hasta que sangrase», apuntaba entre las risas de los dirigentes y, lo que es peor, las dirigentas. El machismo más vomitivo molaba si quien lo practicaba era uno de los suyos, concretamente, el caudillo de la manada. Unas pocas decentes feministas, empezando por el Instituto de la Mujer, a la sazón dirigido por Rosa Urbón, se atrevieron a criticar la salvajada vomitada por el político de la chepa. En Podemos nadie dijo ni mu. Tiene cierta lógica: uno de los paganinis de la fiesta podemita era Irán, teocracia que lapida a las mujeres y cuelga a los gays. Consecuentes, lo que se dice diabólicamente consecuentes, sí que lo fueron en este caso.
Como nadie les paraba los pies, esta panda de repugnantes machos alfa se envalentonó y volvió a las andadas. Fernanda Freire, ex alumna de Monedero, cuenta cómo su profesor la agarraba de la cintura sin su autorización y cómo la pareja de Irene Montero la emplazaba en el cuarto de baño, adonde había ido a «refrescarse». Dos auténticos tipejos. También les salió gratis. La misma mala suerte corrió Lola Sánchez Caldentey, que en la campaña de las Europeas de 2014 observó, impotente, cómo Juan Carlos Monedero la empotraba contra la pared mientras frotaba su pene contra ella. Nos enteramos 11 años después. Lo mismo que de otro delictivo incidente protagonizado por este malnacido contra otra joven de la Universidad Complutense. Las denuncias se conocieron internamente hace dos años pero nunca vieron la luz. El propio Iglesias siguió contando con Monedero en Canal Red durante meses pese a que conocía los hechos que se le imputaban. Y la propia Ione Belarra prescindió de Monedero, pero entre encendidos elogios.
Otra mujer, Ayme Román, reveló que «un líder de Podemos» la llamaba «a las 3 de la mañana», la «sobaba» y la «toqueteaba». No precisó si se trataba de Errejón o Monedero aunque todo parece indicar que era el segundo. Esta semana también hemos conocido que Monedero se masturbaba en su casa delante de una periodista de Canal Red. El enésimo episodio de abuso de poder con fines sexuales.
El propio Pablo Iglesias siguió contando con Monedero en Canal Red durante meses pese a que conocía los hechos que se le imputaban
El común denominador de todos estos episodios fue, como vemos, el encubrimiento del agresor sexual. Ahora nos enteramos de que las primeras denuncias contra ese Monedero que hasta hace bien poco iba dando lecciones morales por la vida datan de la prehistoria. No son de ayer, anteayer, de hace un mes, un año o un lustro, sino de ¡¡¡hace una década!!! Lo mismo, por cierto, que aconteció con un Íñigo Errejón cuya agresión sexual a una chica en un concierto de música en Castellón en junio de 2023 se conoció en noviembre de 2024 porque Sumar hizo la vista gorda con las mismas técnicas, por cierto, que empleaba Stalin. La que perpetró contra Elisa Mouliaá es, incluso, de antes: 2021. Muchos medios de izquierdas tenían conocimiento de estas actuaciones pero las ocultaron para proteger a los capos de la mafia podemita.
Conviene no olvidar que Podemos es el partido que de la mano de Irene Montero alumbró esa Ley del sólo sí es sí que ha provocado la excarcelación o la rebaja de pena de 1.300 violadores, abusadores y pederastas, entre ellos, los integrantes de La Manada. Ahora nos enteramos de que ese feminismo consistía en favorecer a violadores de mujeres y niños y en agredir sexualmente a compañeras de partido y discípulas de universidad. A esto que algunos llaman progresismo, yo lo denomino delincuencia. Como tantas veces, el más sagaz ha sido José Luis Martínez-Almeida: «¿Qué va a celebrar la izquierda el 8-M?». Yo lo tengo claro, querido alcalde: los beneficios penales a violadores y pederastas, las presuntas agresiones sexuales de Errejón y Monedero y los azotes de Pablo Iglesias. Echenique tenía razón: hay que construir un país que no tolere las violencias machistas. Monedero y Errejón, a prisión.