La piel del oso tendida al sol en Génova 13

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El pulso eterno entre la lideresa madrileña y el comisionado de Casado para poner orden en el vasto aparato del PP es utilizado convenientemente por la izquierda mediática que busca agrandar la sima en esa lucha brutal por el poder interno en la formación.

Eso va de suyo. Lo que cansa y hastía a militantes y votantes del partido es ver y comprobar cómo sin haber salido del averno de la oposición andan a la greña dirigentes surgidos de la camada casadista cuyo único interés debe ser cómo hacer las cosas bien para desalojar a Sánchez y sus coaligados del poder.

Si creen que ese empeño se convertirá en un paseo militar se equivocan de cabo a rabo. Con el poder en la mano, Pedro Sánchez ha demostrado capacidad de urdimiento suficiente para dar la vuelta a las grandes bolsas de votos llegado el momento. El columnista no tiene muy claro la estrategia de “a mi derecha, nada”; sí, en cambio, que el pueblo busca soluciones desde el primer partido de la oposición que arrojen confianza, seguridad, realismo y sentido común, ese sentido que pregona Rajoy y que nunca tuvo al final de su recorrido gubernamental.

Dicho de otro modo, que sus portavoces -al fin y a la postre Pablo Casado continúa siendo un inmenso desconocido incluso hasta para los que le votan- reflejen seriedad, conocimiento, centralidad, en los que se pueda confiar la educación de sus hijos y sus pensiones. Llegados a este punto, comprendo las dificultades de María Pelayo para administrar los egos de aquellos que persiguen, legítimamente por lo demás, protagonismo y oropel mediático.

La izquierda no se lo pondrá fácil. Si Redondo utilizó su inmenso poder durante tres años para excitar las bajas pasiones del espectro no de izquierda y de confundir churras con merinas, Bolaños no se quedará atrás y pretenderá -ya lo hace- invocar los viejos demonios familiares de la “derechona” para deslegitimar una opción de cambio asentada en el europeísmo y el centroderecha.

Desde esta perspectiva entiendo que amplios sectores de la sociedad española -autónomos, empresarios, asociaciones profesionales, cierta intelectualidad- vuelvan su mirada hacia el PP. Hacer creer, sin embargo, a Pablo Casado que el poder le espera en el cruce del camino es un error.
Sólo le queda una bala en la recámara.

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