‘PHablemos’: la última farsa podemita

‘PHablemos’: la última farsa podemita

Ya estaban tardando en sembrar la confusión, en arrimar el agua a su molino, en disparar propaganda, en buscar alguna suerte de ganancia partidista desde la trastienda, sin dar la cara, tejiendo una red de falacias y mentiras para colocarlas visibles sobre el asfalto. Pero han quedado al descubierto sin escapatoria. La marea blanca es el último invento, la taimada franquicia, la enésima punta de lanza del partido morado. ‘Hablemos’ es en realidad ‘PHablemos’. No se entiende sin Iglesias y su tropa. Porque es una maquinaria puesta en marcha para blanquear a quienes se han distinguido vergonzosamente por la inactividad, la desobediencia, la prevaricación, la malversación o la sedición. Pero, más grave aún: para arrojar basura sobre un bloque constitucionalista al que se pretende retratar como una alianza de intransigentes, de carcas, de inmovilistas con cierto tufo franquista.

‘PHablemos’ no tiene nada que ver con una Cataluña atrapada en la posverdad o las fake news: es simple y pura manipulación. Y arrastra de forma aparentemente inofensiva un mecanismo perverso: el de situar en el mismo plano a quienes defienden la ley y la libertad y a quienes, de modo enteramente sectario y totalitario, se han convertido deliberadamente en sus enterradores. De nuevo nos topamos ante la clásica operación que pasa por situar en un mismo plano a víctimas y victimarios, a personas de comportamiento recto y sepultureros de toda suerte de ética pública.

Pero hay más. Digámoslo sin ambages ni titubeos. Dejando a un lado a los inocentes incautos a los que se los ha llevado por delante la corriente antisistema y nacionalista para ejercer de bulto, a pobres personas que seguramente actúan con la mejor intención, en ‘PHablemos’ tienen cabida en esencia aquellos a los que la rojigualda les pesa mucho en la mano —y no por el palo—; aquellos a los que sus complejos —o tal vez lisa y llanamente sus torcidos principios— les impedirían colgar la enseña nacional —la única legal y constitucional— de sus balcones; aquellos que enmudecerían en el caso de que por sorpresa se hiciese sonar el himno pillándoles en un teatro o una plaza de toros o un estadio de fútbol o una sala de fiestas, como ha ocurrido hace horas en la madrileña y mítica Pachá en una secuencia pintoresca, bonita y abracadabrante.

“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia”. En la parábola bíblica ya se enseña que el mundo está lleno de falsos profetas que intentan hacer que la mentira luzca como la verdad, que es como cubrir una pared con lodo suelto. Y en esas coordenadas se nos cruza el fenómeno ‘PHablemos’: en sus intestinos no residen sino predicadores de baratillo que usan como escudo a la muchedumbre para que no tengan justicia ni amparo en sus derechos los ciudadanos catalanes que sufren las amenazas, el acoso, el hostigamiento y las agresiones del nacionalismo excluyente. Algo, en el mejor de los casos, inmoral y repugnante. ¿Vamos a caer en la trampa?

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