Pedro I el Humillado

Pedro I el Humillado

Pedro Sánchez Pérez-Castejón ha vuelto de su visita «de alto nivel» a Marruecos con un nuevo titulo nobiliario: Pedro I el Humillado.

Hemos de comenzar por reconocer que Pedro Sánchez ha ganado este título sin necesidad de que ningún amigo le falsifique o califique de forma irregular sus merecimientos para obtener tan alto galardón. Y por si el Decreto de nombramiento no los recoge, hagamos constar los hitos que han hecho acreedor a Pedro Sánchez el reconocimiento de ese honor por parte del monarca alauita.

Todo comenzó cuando de forma sorpresiva para el común de los mortales- incluidos el Consejo de Ministros, el Congreso de los Diputados  y el partido político del que es propietario- Pedro Sánchez anunció que «España» (su persona) «considera que la iniciativa de autonomía es la base más seria, realista y creíble para la resolución de este conflicto», en referencia al contencioso entre Marruecos y el Sáhara.

Los españoles conocimos en marzo de 2022 que Sánchez había cedido al reino alauita una pieza angular de la política exterior española, mantenida durante los últimos cuarenta y seis años, desde que España abandonó su colonia en noviembre de 1975. Hasta ese momento los distintos Gobiernos españoles se habían alineado con las resoluciones de Naciones Unidas que establecen que la solución al contencioso pasa por una solución dialogada entre las dos partes enfrentadas –la antigua colonia española, el Sáhara, y Marruecos- para pasar a defender la posición de Marruecos, que es que la antigua colonia se convierta en una región autonómica dentro del Reino, frente a la opción defendida por el Sáhara (y por Naciones Unidas), eso es que se celebre un referéndum de autodeterminación en el que los saharauis puedan fijar su futuro.

Para comenzar a hacer méritos y obtener el titulo de Pedro I el Humillado, Sánchez permitió que fuera Rabat quien comunicara que el Gobierno de España había decidido ceder la soberanía del Sáhara a Marruecos. La nueva postura de España fue transmitida a Mohamed VI a través de una carta firmada por Pedro Sánchez y el reino alauita la hizo pública alborozadamente: España abandonaba la posición común de Naciones Unidas que reconoce al Sáhara el derecho de autodeterminación y otorgaba carta de naturaleza a la actual ocupación por parte de Marruecos, al que reconoce su soberanía respecto del territorio. El bedel convertido en ministro de Exteriores, un tal Albares, confirmó la bajada de pantalones después de que el Gobierno marroquí hiciera pública la nota del Ejecutivo español. Y también confirmó que el mérito le correspondía únicamente a  Sánchez, pues el Consejo de Ministros no había debatido ni acordado nada al respecto.

Tras esa primera humillación Sánchez visitó Rabat en abril de 2022 y fue invitado a cenar por el rey Mohamed VI. Durante la cena  fue colocada boca abajo la bandera de España y así se mantuvo durante todo el ágape sin que Pedro Sánchez moviera una ceja. Sumando puntos para el título.

Y, por último, llegó la revalida. Eso es, el viaje para el encuentro de «alto nivel» entre ambos países que Sánchez había programado a mayor gloria de sí mismo. Minutos antes de partir hacia Rabat Sánchez recibió la llamada del rey alauita que desde Gabón -en una de sus casas de vacaciones- le deseaba una feliz estancia en Marruecos mientras le señalaba que él no iba a estar allí para recibirlo.

Y, cabeza humillada, Sánchez y su séquito de once ministros partieron hacia Rabat. De ese «encuentro del alto nivel» nos quedan algunas imágenes que acreditan la justicia del título concedido a Pedro Sánchez. La primera de ellas fue ver al presidente español dirigiéndose a los periodistas en una salita prestada a tal efecto por el Gobierno marroquí. Un país como Marruecos, en el que el protocolo es tan estricto y en el que los detalles transmiten más que las palabras, es de reseñar que Pero Sánchez hablara micro en mano pues ni siquiera le habían puesto un atril con micrófono incorporado. Y también resulta destacable que a su derecha colocaran un retrato de Mohamed VI, el rey ausente de pleitesía debida por el del micrófono en ristre.

La segunda gran imagen fue la de la «despedida» entre el primer ministro de España y su homólogo marroquí. Tras las palabras de Sánchez en las que se congratulaba por los acuerdos alcanzados –una veintena de memorándums sin contenido real, con nulo valor jurídico- el presidente del Gobierno de España daba la mano al primer ministro de Marruecos de forma ceremoniosa… y agachando la cabeza.

A esa imagen de Pedro Sánchez, cabeza humillada ante el primer ministro marroquí junto con las palabras de Moncloa, «Sánchez ya tiene muchas fotos con Mohamed VI», «hemos dejado atrás años de tensión»,  se sumaron  las declaraciones del futuro galardonado que enfatizó como un logro el hecho de que se hubiera alcanzado un «compromiso de respeto mutuo» que consiste en «evitar todo aquello que sabemos que ofende a la otra parte, especialmente en lo que afecta a nuestras respectivas esferas de soberanía».

Esta declaración de Sánchez antes de abandonar Marruecos lleva implícito el mensaje de que España seguirá apoyando la reivindicación del país africano respecto del Sáhara –contraria a la posición de Naciones Unidas- y que Marruecos no hará batalla de la españolidad de Ceuta y Melilla. Homologar la situación de una antigua colonia española con la de dos ciudades españolas que Marruecos quiere anexionar ha sido el colofón para que el monarca alauita conceda  a Pedro Sánchez Pérez-Castejón el título nobiliario -y pensionado, supongo- de Pedro I el Humillado.

No se pude caer más bajo. Bueno, sí; verán como Pedro I el Humillado sí que puede.

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