Un Papa, misionero de la paz, para un mundo en guerra

Los príncipes de la Iglesia Católica, reunidos en Roma bajo el recuerdo del fallecido Papa Francisco, parecen haber acertado cooptando al nuevo Papa León XIV en la persona de Robert Francis Prevost Martínez, con madre de ascendencia española y magnífico dominio de nuestra lengua castellana.
El nuevo líder de la más transformadora religión del mundo tiene un perfil personal muy rico y académicamente notable. Profundo conocedor de los grandes asuntos actuales, teólogo/jurista, pastor/misionero, experiencia de gobernante (prior general de la gran congregación Agustina, esparcida por todo el mundo) y hombre abierto al presente y al futuro.
Tengo para mí que eso de ser el primer Papa norteamericano es lo de menos, nada relevante para el reto que les espera. Entre otras cosas, porque la mayor parte de su vida la ha pasado fuera de aquel país, especialmente, en lugares de Hispanoamérica como Perú. Habrá que dejar que pase unos días de respiro para poder realizar un análisis más certero. Dicen que era persona de gran confianza de Francisco (le nombró cardenal) y, además, le puso al frente del ministerio más difícil de la Iglesia, la gobernabilidad de los obispos del mundo.
León XIII fue el Papa de la Doctrina social de la Iglesia, asumiendo aquellos retos del proletariado en la famosa encíclica Rerum Novarum que ha sido el texto inspirador de tantas generaciones. Viene cargado de significado. Tiene un perfil extraordinario, teólogo/jurídico, pastoral/misionero y gran conocedor de la Curia y los embrollos humanos de la Iglesia Católica.
Tres retos le acompañarán. El primero: mantener la autoridad moral global que siempre acompaña al Romano Pontífice. Segundo: lograr la unidad de la Iglesia que ha quedado un tanto maltrecha tras los diez años del papado de Bergoglio. Y, finalmente: llenar las iglesias, especialmente en Europa, que ya es tierra de misiones. En este sentido, recordar que la Iglesia no puede instalarse en el mero rol de una ONG más o menos simpática.
Nos ha llegado un misionero en estado puro. Sin olvidar que la Iglesia es de origen divino y las puertas del mal no prevalecerán contra ella.
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