Otros avatares PSOE-ERC

Otros avatares PSOE-ERC

ERC sigue siendo fiel a su arcaico ADN, como constata Pedro Sánchez, quien en dirección contraria actúa con desapego hacia los genes del PSOE. De nuevo, ERC pretende atornillar a la izquierda española –en este caso PSOE-Podemos- sin otra prioridad que su Cataluña desafecta y victimista. Lector del Nuevo Testamento en su celda, Oriol Junqueras ha subido el listón de exigencias para abstenerse en la investidura de Sánchez. El PP confiado en Junqueras, ya pagó un precio elevado.

No hace falta una visión fatalista de los procesos históricos para sospechar que veremos una repetición de las jugadas consustanciales de ERC, desde el pacto de San Sebastián al exilio, desde la proclamación de la República a la insurrección de 1934. Son conocidas tanto las críticas de Indalecio Prieto a las deslealtades de ERC como las agrias consideraciones de Azaña. Años después de la intentona independentista de octubre de 1934, Prieto se declaró culpable, ante su conciencia, de la participación del PSOE. Habían sido años de choque entre él y Largo Caballero. Pero, actualmente, suele decirse que desde 1975 nadie ha controlado tanto al PSOE como su líder actual. De hecho, después de ser defenestrado por la vieja guardia y los barones, regresó con la fragancia “cool” de una aventura política explícitamente desprovista de sustancia.

Después de la transición, están a mano las zancadillas al PSC cuando en los gobiernos tripartitos de la Generalitat ERC iba siempre por su cuenta. En su origen, el PSC pareció un invento razonable: el PSC ponía los cuadros dirigentes y el PSOE los votos del cinturón industrial, pero luego el maragallismo perdió el equilibrio. Antes el PSC tuvo una batalla interna, casi olvidada hoy, a causa de sus enmiendas a la LOAPA. Con los tripartitos, pronto fue manifiesto que las lealtades estaban en cuestión. Entonces vicepresidente de la Generalitat, Carod Rovira fue en coche oficial a ver a ETA para que no matase en Cataluña. Si el maragallismo buscaba perfilar una suerte de partido demócrata modelo USA, ERC seguía con el soberanismo y su anti-España. El PSC quedó desgastado y su recuperación está en ciernes. Ahora asiste a Pedro Sánchez para que el ERC consienta su investidura, y así luego ofrecer al electorado catalán otro tripartito, PSC-ERC-En Comú. Es una versión muy antojadiza del mal menor. ERC pretende sustituir el pujolismo sin renunciar al unilateralismo y al fraccionamiento de la soberanía. En los estamentos “senior” del PSOE nada genera más taquicardia. Reaparece la tensión PSOE-PSC.

¿Qué garantías tiene Pedro Sánchez de que quienes le lleven, por abstención, a La Moncloa no repetirán el doble juego? No sabemos qué se está negociando. Pedro Sánchez es un ser a-histórico que desdeña o ignora las lecciones políticas de la España contemporánea. ERC, en cambio, no renuncia a ninguno de sus viejos objetivos. De entrada, sigue en su ambigüedad alevosa para estar y no estar, negar y vivir a salto de mata. Para ser un partido soberanista que sin renunciar al objetivo de la independencia aceptando el marco constitucional se requiere de mayor credibilidad por su parte o de la máxima credulidad sanchista para llegar al poder. Seguro que andan diciendo: “Hagámoslo a nuestra manera y así os frenamos el oleaje secesionista”. Al anotar los hechos de aquel octubre de 1934, el escritor Gaziel escribe que se trata de una declaración de guerra, que es jugárselo todo, y precisamente cuando Cataluña había logrado “sin riesgo alguno” una institucionalidad autonómica y mucha influencia en España. Unos meses antes, Companys había dicho que, perdiendo, Cataluña gana, dado que necesita mártires. ¿Sigue ERC en lo mismo?

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