Olor a pucherazo

Olor a pucherazo

Desde el referéndum ilegal del pasado 1 de octubre, el olor a pucherazo acompaña muchas de las acciones de los independentistas catalanes. Si aquel día hubo imágenes más propias del esperpento valleinclanesco que de una votación seria —papeletas por el suelo, urnas abiertas o personas votando más de una vez en distintos colegios electorales—, los golpistas han remedado ciertas escenas en las elecciones autonómicas del 21 de diciembre. La imagen de los apoderados de ERC y la CUP contando los votos en una población del interior de Cataluña es más propio de los comicios de una república bananera como la de Venezuela que de una de las regiones con más peso económico y político de España.

Una prueba más de que los sediciosos manosean la ley hasta convertirla en una filfa. El artículo 77 del reglamento que regula los procesos electorales en nuestro país, si bien permite a los apoderados acceder a los colegios electorales y examinar el desarrollo de las operaciones de voto y escrutinio, en ningún caso habla de que se puedan manipular los votos. Algo que, por otra parte, es lógico, ya que la ambición es inherente a la política y de existir esa prebenda los distintos representantes intentarían beneficiar a sus siglas en detrimento de la limpieza y el escrúpulo democrático que debe regir cualquier cita con las urnas. En este caso que les ofrece en exclusiva OKDIARIO, al menos hubo alguien de Ciudadanos que dio testimonio de ello.

No obstante, no en todos los colegios hubo tanta suerte. El déficit de interventores de los partidos constitucionalistas en distintas zonas de Cataluña —caladeros tradicionales y masivos de voto independentista— ha podido incidir en el conteo final. Por desgracia, las normas que nos rigen a todos fueron pisoteadas en numerosas localidades a pesar de que las elecciones tenían el respaldo de la ley. En el municipio gerundense de Sant Hilari Sacalm, por ejemplo, se violó la directriz de la Junta Electoral que prohibía la exhibición de carteles y lazos amarillos a favor de los golpistas encarcelados. Lo peor de todo este contexto tramposo es que los catalanes estarán otros cuatros años bajo el mismo yugo.

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