La obstinación del Gobierno

La obstinación del Gobierno

La economía española se ralentiza y corre serios riesgos de deteriorarse todavía mucho más. El escenario internacional se ensombrece a pasos agigantados. Todos los bancos y analistas elevan el nivel de probabilidad de que haya una recesión en las principales economías del mundo y hay prevista una catarata de revisiones a la baja de los datos de crecimiento: la semana que viene, sin ir más lejos, la Comisión Europea publicará sus previsiones de verano y BBVA Research actualizará sus predicciones, por poner dos ejemplos.

Todos los datos que se publican no dejan lugar a duda: la economía va descendiendo y puede llegar a entrar en terreno negativo. El PMI manufacturero de la eurozona ya lo indica; el PMI compuesto está al borde de hacerlo; en Estados Unidos, la Reserva Federal habla claramente de que pueden entrar en crisis, porque tiene que intensificar la política monetaria contractiva para luchar contra la inflación, que no cede; el BCE advierte del riesgo de contracción si se anulan las relaciones comerciales con Rusia. Así son todos y cada uno de los indicadores y noticias que se han publicado durante los últimos días.

Sin embargo, el Gobierno de Sánchez se mantiene en sus trece, en su obstinación. Si rebajó el irreal cuadro macroeconómico de los Presupuestos Generales del Estado fue porque tenía que enviar a Bruselas la actualización del plan de estabilidad, no por convencimiento. Ahora, sigue negando el deterioro de la economía. Parecía que rectificaba cuando Sánchez y Calviño decían que la crisis se cernía sobre Europa o que vienen trimestres difíciles, pero les duró poco más de 24 horas.

Enseguida, Calviño ha afirmado que no hay ningún indicador que muestre que vaya a haber recesión en España. Aparte de que no es así, la cuestión no es si va a haber recesión técnica o no, sino si la situación económica va a ser complicada o no, y ya lo es. Las familias se empobrecen con el recibo de la luz, de manera que no pueden poner el aire acondicionado estos días y no podrán encender la calefacción en invierno, porque ya no lo pueden pagar; no pueden emplear su coche, porque no pueden llenar el depósito; y cada vez pueden comprar menos productos en el supermercado, porque la cesta de la compra está por las nubes.

Y peor que, desgraciadamente, va a estar, con la subida de tipos y el incremento que supondrá en las cuotas hipotecarias mensuales, la paralización de la producción por la caída de consumo que se producirá por la pérdida de poder adquisitivo y, por último, la destrucción de empleo que lo sucederá. El Gobierno niega la realidad, como la negó Zapatero -que, por cierto, ha dicho que el Gobierno lo está haciendo muy bien, que es la prueba del nueve de que lo está haciendo rematadamente mal, ya que quien lo avala, Zapatero, dejó a España en la ruina absoluta- y terminará dejando la economía tan mal como la dejó él.

Es una obstinación enfermiza por defender que la economía no empeora; en lugar de poner remedio, prefieren taparse los ojos y creer que con más gasto van a poder remediar la situación, cuando lo único que harán será agravar el problema y dejar a la economía en una situación dramática. Es el precio de la obstinación del Gobierno.

Lo último en Opinión

Últimas noticias