Ni una lección, Cebrián

Ni una lección, Cebrián

Nadie puede negar que Juan Luis Cebrián es una de las figuras más importantes del periodismo en España. Con una carrera profesional de más de 50 años, el académico de la RAE construyó junto a Jesús Polanco el Grupo Prisa. Gigante creado desde la base que siempre ha tenido por bandera El País, uno de los periódicos más influyentes desde la Transición hasta ahora. No obstante, un hombre de su experiencia y trayectoria se equivoca totalmente al desacreditar por igual informes policiales como PISA (Pablo Iglesias Sociedad Anónima) o informaciones periodísticas de indiscutible trascendencia como las publicadas por El Mundo entre 2012 y 2013 al respecto del caso Pujol. Más, si cabe, cuando lo hace por complacer al comisario Marcelino Martín Blas, ya que fueron sus rivales en la Policía quienes crearon unos informes de indiscutible valor para el óptimo funcionamiento del país.

Informaciones que, a la postre, se demostraron rigurosamente ciertas. Por ejemplo, la financiación iraní de Podemos que arrojaba PISA fue certificada después por la Comisión de Prevención de Blanqueo de Capitales e Infracciones Monetarias (SEPBLAC). Por otra parte, el saqueo de los Pujol asciende a más de 3.000 millones de euros repartidos por los paraísos fiscales de Panamá y Belice. Lejos de acudir a una «presunta fábrica de dosieres políticos», tal y como apuntaba el editorial de El País de este pasado martes, los periodistas de la competencia tuvieron el mérito de poner negro sobre blanco informaciones que destacaban por sí mismas. Resulta decepcionante el servilismo de Cebrián para con los Pujol por el mero hecho de que sean los caseros del Grupo Prisa. Una defensa de la que también se ha beneficiado el exalcalde de Barcelona, Xavier Trías. Otro padre de la patria catalana que, como demostró OKDIARIO el pasado 22 de mayo mediante pantallazos, posee cuentas bancarias en Suiza.

Después de conocerse su presencia en los papeles de Panamá a través de la petrolera Star Petroleum —radicada en un paraíso fiscal— Cebrián no debería permitirse el desahogo ético de pontificar y dar lecciones morales sobre nada. Menos aún cuando su periódico defiende a Marcelino Martín Blas, quien habría pedido crear pruebas falsas contra ‘El Pequeño Nicolás’. Un asunto turbio que Blas ha intentado utilizar para criminalizar a sus compañeros de la Policía acusándolos de filtración y también a los periodistas que informaron sobre ello. Una versión cercana a la paranoia que ha defendido El País creando una sombra de sospecha general en torno al funcionamiento estructural del Ministerio del Interior.

El medio de Cebrián ha hecho casus belli sobre el caso Nicolay justo el día antes de que el periodista Carlos Mier declare en el Juzgado de Instrucción número 2 de Madrid. Mier comparece para explicar su versión sobre una supuesta «grabación ilegal» contra Blas y la difusión posterior de una reunión secreta entre el propio Martín Blas, otro inspector de Policía y dos agentes del CNI. Cebrián haría bien en dejar que la justicia dictamine antes de repartir culpas a granel y lecciones gratuitas de periodismo. Al fin y al cabo, como decía Juan de Mairena: «La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero».

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