La necesidad de cordura en Cataluña

La necesidad de cordura en Cataluña

El próximo 21 de diciembre, se celebrarán elecciones autonómicas en Cataluña tras haberse aplicado el artículo 155 de la Constitución para restablecer el orden legal después del intento de golpe de Estado que trataron de perpetrar los independentistas; intento de golpe que ha causado un grave problema a Cataluña, en particular, y al conjunto de España en general. A la fractura social abierta por dicho golpe, hay que añadirle la económica, que constituye un torpedo en la línea de flotación de la reactivación económica regional catalana y que puede lastrar a la economía española.

De momento, parece que a la economía nacional le impactará poco, apenas medio punto de PIB sobre la base de un crecimiento en niveles del 3%, pero podría llegar a restar más de un punto si persisten la inseguridad y la incertidumbre. Ahora bien, en Cataluña esto ya se está notando, como hemos visto con los movimientos acontecidos en las distintas empresas: la inmensa mayoría de las principales del IBEX con sede social allí la han cambiado. Dichas empresas concentran el 30% del empleo que se genera en Cataluña, con lo que el riesgo de empobrecimiento de la región no es menor.

Podemos observar que la tragedia comienza a tomar forma. Así, al analizar los datos de Sociedades Mercantiles que publica el Instituto Nacional de Estadística, podemos ver el frenazo que ha supuesto el intento de golpe de Estado para la generación de actividad y prosperidad en Cataluña. De esta manera, si analizamos el acumulado del año, Cataluña concentraba el 20,2% de todas las sociedades que se creaban en España, con el 17,9% del capital. Pues bien, sólo en septiembre, tras la inseguridad jurídica generada con las leyes de desconexión y la convocatoria del “referéndum” del uno de octubre, esos porcentajes han pasado al 16,5% en número y al 4,9% en capital, de manera que ha supuesto un parón terrible en la creación de empresas en Cataluña.

Ante esto, los votantes catalanes tienen que tener en cuenta que no pueden volver a la inseguridad jurídica que el independentismo ha generado porque, entonces, aunque la independencia nunca será posible gracias a nuestro ordenamiento jurídico, una situación de perseverancia en la rebeldía hacia la Constitución ahuyentaría de manera definitiva las inversiones y provocaría que no volviesen jamás las empresas que se han marchado. La inversión requiere seguridad y estabilidad, cosa que no proporciona el planteamiento independentista. Va a costar restaurar la confianza económica en Cataluña, pero el primer paso para logarlo es ahuyentar los delirios independentistas. Eso pueden hacerlo los votantes catalanes el 21 de diciembre. Tienen esta segunda oportunidad, pero no pueden desaprovecharla. Ojalá el independentismo quede como un triste recuerdo del pasado y Cataluña pueda volver a ser la región próspera que hasta entonces fue.

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