El mundo de ayer

El mundo de ayer

Dejar la luz encendida al salir de una habitación. Coger siempre el ascensor. Subir el aire acondicionado. Recibir en casa el Gold Gotha. Tener tarjeta de presentación. Perderse en la ciudad y preguntar a otro transeúnte. Escribir una frase con miedo a errar. Comprar periódicos de papel. Pasear. No ir a Ibiza. Aprovechar los minutos de silencio para observar el entorno. Disimular ante la belleza. Concertar una cita para pasado mañana desde el teléfono de casa. Ir en taxi a todos sitios. Soltar un taco sedativo. Dar muy pocos besos. Abominar del trato de “cariño”.

Roger Moore como James Bond. Marilyn Monroe. Spencer Tracy. Las mujeres con falda de tubo. Las mujeres que hablan sin manotear. Las señoras peinadas de peluquería. Regalar una estola de visón. Rescatar algo del olvido usando sólo la memoria. Tildar “sólo” cuando es menester. Afianzarse en el sillón con un libro. No ir por ahí con ropa deportiva. Pensar en los demás de un modo abstracto. Estar ilocalizable y que nadie se entere. Escribir una misiva con el objeto de acabar una relación. O de iniciarla, declarando el amor. Hacer el amor con la mirada.

Seducir tratando de usted. Beber muy despacio. Desplegar un mapa sobre la mesa y recorrer con el dedo una ruta imaginaria. Escuchar a Bach. No encender la televisión. Saludar con la mano recta. Abandonar un grupo de personas poniendo tierra de por medio. Hablar bien de Berlusconi. Leer siempre a Chesterton. Leer a Wodehouse. No opinar de todo. No salir de Europa. Vestir una teba. No casarse. No divorciarse. No separar las basuras. Cazar. Ir a los toros. Pedir rabo de astado. Ver boxeo. Acudir a un limpiabotas. Beber dry martini. Preferir el tenis de saque y bolea al juego de fondo. Llevar vacíos los bolsillos del pantalón. John Wayne.

Discutir sobre la autoría de una canción. Citar de memoria. Hablar con alguien durante horas frente a un café. Grabar sólo en la mente aquella vianda. El pan blanco. La leche de vaca. Toda la carne del mundo. Azúcar refinado. Pedir un guiso de tortuga. Comerse una becada. Alargar hasta la noche una sobremesa. Las cortinas de Via Veneto. Escribir postales desde el extranjero. Guardar en grandes álbumes fotografías de papel. Tomar notas a lápiz. Escribir la lista de deseos. Ir a una librería. Ser estrictos con los desconocidos. Abrir la puerta a la mujer que nos acompaña. Tratar de usted a casi todo el mundo. Nunca preguntar a nadie por su profesión. No hablar de trabajo con las amistades. No mencionar el dinero. No tatuarse. Fumar un puro. Amar sin ínfulas. John Ford. El bar Richelieu. Milán en otoño. Las flores blancas del Ritz. Aburrirse. Vivir disimulando, morir como en el teatro.

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