Moción de censura ¡ya!

moción censura

Los padres constituyentes idearon la figura parlamentaria de la moción de censura, al estilo alemán y francés, para situaciones políticas como las que actualmente atraviesa España.

Entre los partidos no socialistas tiene mala prensa y mantienen en el recuerdo aquel bodrio de moción que presentó el endeble Hernández Mancha contra el todopoderoso Felipe González. Lo entiendo.

El 1 de junio del 2018, el PSOE de Sánchez, con la menor cantidad de diputados de su historia reciente, consiguió –gracias a las maquinaciones de un tal Iván Redondo– arrojar por la ventana del Congreso de los Diputados a Mariano Rajoy, el  parsimonioso pontevedrés que no quiso enterarse de qué demonios iba la fiesta. A partir de ahí, seis años de rumbo a lo desconocido.

Pues bien, hay un sentir general, una percepción generalizada de que tras el 18F, la situación económica para las clases medias y las más desfavorecidas, el campo en pie de guerra, jueces, fiscales y amplios colectivos funcionariales, la carestía de la vida y el nivel impositivo, el PP como grupo mayoritario de la Cámara Baja debería presentar una moción de censura al gobierno Sanchez. Sobre todo, después de lo que se está conociendo (y lo que queda por descubrir) en relación con el Koldo gate.

Si ello ocurriera, es muy posible que la mayoría de la investidura arropase al primer ministro, pero tendrían que retratarse en un caso de corrupción que apesta y que, además, tiraría del hilo para otros asuntos turbios de este Gobierno. Sumar, por ejemplo, ya ha dicho que resulta «insoportable» el hedor del Koldo gate. Y los grupos nacionalistas, entre ellos el PNV que fue decisivo en la caída de Rajoy y su Gobierno, también tendrían que hacerse la foto.   

Hay un clamor en la sociedad española no sanchista sobre la necesidad de poner al presidente del Gobierno ante el espejo. Si Feijóo utilizara esta herramienta constitucional, gracias a la cual Sanchez alcanzó el poder, quizá fracasara en la suma parlamentaria; pero es un hecho cierto que se presenta una oportunidad única para golpear sin compasión a un jefe del Ejecutivo que continúa chuleando con su particular «muro» en actitudes y engaños que no se compadecen con su prédica.

En cualquier país serio del mundo libre esa moción hubiera estado ya registrada en la Secretaría del Congreso.

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