Miguel Ángel Blanco no volverá a casa por Navidad; Txapote, sí
—No sabéis cómo son los terroristas, seguro que después de mi liberación asesinan a alguien—.
Desgraciadamente, el vaticinio de José Antonio Ortega Lara se cumplió, vaya si se cumplió. Casi once días después de que la Unidad Especial de Intervención (UEI) de la Guardia Civil diera con el paradero del funcionario de prisiones burgalés, la banda terrorista ETA se vengó del éxito policial asesinando a Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en Ermua. De la maldad infinita de los ahora socios de Pedro Sánchez nadie le podía contar nada porque él ya lo sabía todo: pasó 532 días —que se dice pronto— encerrado en un zulo de 2 metros de alto, tres de largo y dos de ancho al que lo condujo ese malnacido llamado Bolinaga al que Satanás tenga en su gloria.
Al economista de Ermua, un tipo hecho a sí mismo que había iniciado su vida laboral de albañil, lo secuestró el 10 de julio de 1997 un comando integrado por Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote, José Luis Geresta Mujika, Ttotto, e Irantzu Gallastegi, Amaia. El primero de esta panda de hijos de perra descerrajó dos tiros en la cabeza y a cañón tocante al concejal popular después de que el segundo lo hubiera obligado a ponerse de rodillas. La tercera, pareja de Txapote y madre de sus dos hijos, fue la encargada de encañonarle y obligarle a subir a un coche aquel jueves para olvidar si no constituyera una obligación moral recordarlo eternamente. Ttotto al menos tuvo la decencia de suicidarse dos años después y desaparecer de este mundo en el que tanto dolor había generado. Los otros dos siguen ahí más chulos que un ocho.
El clamor de España entera, con más de 10 millones de ciudadanos echándose a la calle para exigir su inmediata puesta en libertad, no sirvió para nada por mucho que representase un acto de decencia colectivo manifestarse por el centro de las ciudades con las manos pintadas de blanco. El sábado 12, cumplido el ultimátum dado por los ahora aliados de Sánchez para acercar al País Vasco a 600 reclusos, cumplieron su amenaza tras responder el Gobierno de José María Aznar con un contundente “no” al chantaje.
Jamás en la historia contemporánea de España se han visto los niveles de maldad exhibidos por Txapote y Henri Parot
El vía crucis de la familia de Miguel Ángel Blanco no acabó con la insufrible cuenta atrás de 48 horas que concluyó con el vil asesinato en un descampado de Lasarte. No. Los ahora aliados de Pedro Sánchez profanaron la tumba del gran mártir de la democracia en varias ocasiones hasta que la familia dijo “¡basta ya!” y se lo llevó a Galicia, donde finalmente pudo reposar en paz. A Faramontaos para ser exactos, el bello pueblo orensano del que partieron sus progenitores en busca de un futuro mejor en tiempos del desarrollismo franquista. Por no hablar de las amenazas que tanto ellos como la hermana de nuestro protagonista, Mari Mar, han sufrido a posteriori de manos del entorno proetarra, vamos, de los amiguetes del presidente del Gobierno. Miguel y Chelo pasaron las de Caín en los 23 años que transcurrieron entre el óbito de su vástago y su fallecimiento en Vitoria en la primavera de 2020 víctimas del maldito Covid.
Silvia Pino, de 7 años, Silvia Ballarín, de la misma edad, Rocío Capillo, de 12, Pedro Alcaraz, de 16, Esther Barrera Alcaraz, de 3, y su gemela Miriam dormían plácidamente en la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, en la que sus padres estaban destinados. En teoría el lugar más seguro para residir si eras miembro de la benemérita en los años de plomo. Una bomba puesta por el comando itinerante de ETA se llevó a los seis infantes a las 6 de la mañana del segundo viernes de diciembre de 1987. El balance mortal se completa con los cinco adultos que perdieron la vida en aquel indiscriminado atentado que llevaba el sello de Henri Parot, el terrorista más esquivo para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Los volvía locos, no sabían quién era, pasaba desapercibido por el mero hecho de que no era español sino ciudadano francés. Su currículum provoca escalofríos: 82 muertes.
Jamás en la historia contemporánea de España se han visto los niveles de maldad exhibidos por Txapote y Henri Parot. El primero no sólo mató a Miguel Ángel Blanco. Es su crimen más conocido pero no el único. También robó la vida a Gregorio Ordóñez, al correligionario de Pedro Sánchez Fernando Múgica —hermano del gran Enrique—, a tres concejales del PP y a varios guardias civiles. Del siniestro récord del francés no les contaré más porque está elocuentemente resumido en el párrafo anterior. Su macabra afición al asesinato era tal que le daba igual llevarse por delante los niños que fueran necesarios si con ello conseguía eliminar de la faz de la tierra a policías, fiscales, jueces y muy especialmente a esos guardias civiles que eran su gran obsesión.
Los presos etarras viven ahora como auténticos pachás en los centros penitenciarios vascos gracias a las cesiones de Sánchez
Pues bien, tanto el uno como el otro han sido agraciados esta semana por el Ministerio del Interior con un acercamiento al País Vasco, antesala de una puesta en libertad o semilibertad que se materializará más pronto que tarde. Las cuentas, que no los cuentos, que hicimos en OKDIARIO son demoledoras: Txapote estará en la calle, con ocasionales vueltas a prisión, en Navidad. Este vomitivo milagro de los panes y los peces será posible gracias a la cesión de las competencias penitenciarias del Gobierno de España al Ejecutivo autonómico vasco el pasado 1 de octubre.
Los presos etarras, a los que se dispensaba el mismo trato que a cualquier otro asesino en serie en cárceles del resto de España, viven ahora como auténticos pachás en los centros penitenciarios vascos. La manga ancha del Ejecutivo de Iñigo Urkullu es más propia de la Colombia de Pablo Escobar que de un estado de la Unión Europea que se supone es la 14ª economía mundial y que en teoría debería ser eso que los politólogos denominan “democracia plena”. Los más bestias asesinos de ETA se pegan la vida padre en módulos de respeto, sin el control de los funcionarios, pernoctan en celdas unipersonales y hasta cobran un sueldo, tal y como relataba esta semana ese gran periodista vasco que es Josean Izarra.
El Ejecutivo peneuvista del País Vasco ya ha dejado caer que va a utilizar con flexibilidad el artículo 100.2 de la Ley General Penitenciaria, un auténtico chollo que permite ir sólo a dormir a la cárcel aunque no estés aún clasificado dentro del tercer grado. Es lo que se va a aplicar a Txapote en primera instancia y a Parot antes de lo que pensamos o pensaría cualquier persona con un mínimo de principios morales. Todo ello gracias al hijoputesco acuerdo suscrito entre el presidente del Gobierno y el ex jefe de ETA Arnaldo Otegi. Do ut des: “Yo te mantengo en Moncloa, tú liberas a mis pistoleros”.
Lo de Pedro Sánchez empieza ya a adquirir tintes cuasidelictivos. Yo ya sólo espero, confío y deseo que la ciudadanía lo mande a su casa cuando quiera que se celebren las elecciones y que el karma le aseste el golpe moral que se merece por traicionar la memoria de Miguel Ángel Blanco, Fernando Múgica, las niñas de la casa cuartel de Zaragoza, en resumidas cuentas, de las cerca de 100 víctimas mortales que se cobraron entre Txapote y Parot. Dos bastardos a los que le deseo lo peor de lo peor: ya que no se pudrirán en la cárcel, que al menos se pudran en su casa lo antes posible.
Txapote y Parot se beneficiarán de unas medidas que son producto del acuerdo entre Sánchez y el ex jefe de ETA Arnaldo Otegi
Claro que este suplicio de las familias de las víctimas, que se suma al que sufrieron en su día cuando su padre, su hermano o su hijo fueron obligados a irse antes de tiempo, se habría evitado si el Gobierno de Rajoy se hubiera negado a aplicar la sentencia del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos que abolió la Doctrina Parot. Una jurisprudencia que obligaba a efectuar las rebajas de pena ateniéndose al número de años totales de condena y no al máximo de 30 contemplado en el Código Penal vigente cuando esta gentuza asesinaba como si no hubiera un mañana. Hasta entonces te daba prácticamente igual matar a uno o dos que a 82 como Henri Parot porque el cumplimiento efectivo era prácticamente el mismo. Cuando ha habido fallos del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que lesionaban gravemente sus intereses, naciones como Alemania o Reino Unido se han negado a cumplirlos. Igualitos que nosotros que, más que legalistas, somos los panolis del mundo libre.
Sea como fuere, un juego de niños al lado de la traición a las víctimas y a la ética más elemental que ha perpetrado esta semana el más indigno presidente que ha tenido este país en 45 años de democracia. Contemplar a Txapote circulando chulescamente por las calles de San Sebastián o a Parot por las de Hendaya nos revolverá el estómago, más teniendo en cuenta que ninguno de los dos se ha arrepentido de sus salvajadas. Siempre nos quedará el consuelo de vengarnos democráticamente en las urnas de un sujeto que jamás debió llegar a Moncloa. Lo que sí podemos constatar es que lo que ni en la peor de nuestras pesadillas pudimos imaginar, que ETA esté en el Gobierno de España, es definitivamente una triste realidad. Maldito seas, Pedro.