Manuel Valls, “el infiltrado”
Las malas compañías tienden a mudar en nefastas, aunque el líder de C´s Albert Rivera, político indeciso cuya credibilidad se agita como la espuma, parece no haber apercibido que un topo se ha colado en sus planes para mandarlos al traste. Obviamente, ya que hablo de malas compañías, me refiero al nefasto Manuel Valls, traidor parido en Barcelona que se afilió al partido socialista francés a los 17 años. ¿Queda bien expuesto el desleal amigo del grupo naranja que se hizo famoso por incumplir la palabra dada? Valls se tira el pegote de ser el socio idóneo que necesita Rivera, siendo un agente encubierto que pacta con Iceta con tal de beneficiarse la alcaldía de la Ciudad Condal, su único objetivo. No olviden que Valls se despidió de la política gala reivindicando los valores republicanos. La limpia trayectoria de Rivera y su prometedor futuro le importan un bledo.
Cuanto pregona el lagarto gabacho es filfa. Filfa pura. Aconseja mal a C´s, instándoles a no aceptar los votos obtenidos, brava y muy honestamente, por VOX en las andaluzas. Lo dice el mismo masón que exigió expulsar a los gitanos de Francia, a los que consideraba delincuentes, en las municipales de 2014. Hoy, sus pútridos consejos pretenden alterar la decisión de quien tiene en sus manos enterrar para siempre a la corrupta Junta de Andalucía, asociándose con PP y VOX. Un cara a cara entre Abascal y Valls, definiría cuál de los dos habla con el corazón, pues mientras el primero defiende a España a muerte, el otro es un detritus importado capaz de vender a su madre en el zoco de la esquina.
Cuando Rivera se desvincule del infiltrado, aclare sus indecisiones y reconozca que Arrimadas fue la que le brindó el triunfo andaluz, volverá a ser el gran líder de C’s que millones de españoles respetan.
Pero de no ceder la presidencia de la Junta a Juan Manuel Moreno, como líder opositor más votado, y como siga empeñado en que el inútil de Juan Marín, que ya aupó a Susana a los altares, presida la ruptura, va a rubricar el mayor fracaso de su corta carrera política. Rivera debe poner firme a Marín, obligándole a que pare de joder la marrana, pues el estilo de este necio es comparable al de Valls, que los dos buscan autoproclamarse capos de algo sin merecerlo.
La última mentira de Sánchez, tras fracasar en las andaluzas, merece aparecer en las Páginas Amarillas: “Los resultados refuerzan nuestro compromiso de defender la Constitución”, afirma el idiota y mal perdedor, que pacta con los que traicionan a los españoles. Y tiene la desvergüenza de subirse a las barbas de Abascal, el gran vencedor, al que acusa de no ser constitucionalista, por defender a España.