De lengua de serpiente a jarrón chino

De lengua de serpiente a jarrón chino

Sería sencillo hablar del Señor X. Del que habiendo enterrado la chaqueta de pana se pasea en yates de lujo fumando un buen puro. Del que vendió al marxismo por representar el teatro de un cambio que en realidad respondía a los intereses de quienes mueven las marionetas desde otros países. Quedaría muy rompedor hablar de cal viva. De hombres blancos con lengua de serpiente. De traidores del socialismo. De trileros de la izquierda. Quien se siente comprometido con los valores de la izquierda alguna de éstas hemos soltado más de una vez. Y probablemente en la mayoría -dependiendo de la intención y del contexto- habremos estado acertados en la crítica. Pero, francamente, debemos reconocer lo evidente: no ha habido político con la capacidad pedagógica, estratégica, ni con la altura de miras en España que pueda medirse con Felipe González.

Y eso a pesar de todo lo que se le pueda criticar. A pesar de haberse destapado en los últimos años y dejar entrever —ya casi sin remilgos— que jamás sirvió a unos valores sino más bien a una estrategia, todavía hoy cuando habla —incluso cuando en la mayoría de los casos no se compartan sus argumentos—, consigue generar atención; consigue dejarle a uno pensando. No está mal. Después de más de 40 años aún suscita interés, todavía te mantiene expectante y pendiente. Casi es capaz de convencerte con buenos argumentos, cosa que a día de hoy ninguno de los que pretenden abanderar la nueva era son capaces de conseguir.

Casi medio siglo ha sido necesario para romper algunos vetos —aún hoy impensable para muchísimos socialistas—, como por ejemplo llevarle la contraria al que fuera Isidoro. Si se piensa bien los que estos días osan hacerlo, como Hernando, más bien lo hacen porque, como los macarras de la pandilla, se sienten respaldados. No obstante, si tuvieran que verse las caras frente a frente con el «jarrón chino» probablemente terminarían temblando. Hay aprendices que creen que atacando a González podrían llegar a medirse con él. Con todo lo traidor y oscuro que ha sido el líder socialista, muchos cielos tienen que asaltar algunos para darle media colleja al andaluz.

Y como lo cortés no quita lo valiente, a pesar de reconocer en González las virtudes de un grandísimo hombre de Estado, de un estratega de largas miras, un enemigo feroz y un vendedor insuperable, lo cierto es que en su actual momento, flaco favor le hace a su partido cada vez que abre la boca. Quizás se trate de eso, quién sabe. Mirando su trayectoria más bien pareciera que su objetivo era descafeinar al PSOE en Suresnes y terminar de fulminarlo 40 años después. Al fin y al cabo para él lo importante no era el color del gato, sino que cazase ratones. Esperemos al tiempo para ver cuál era el objetivo.

Lo último en Opinión

Últimas noticias