La lapidación de Carmen Borrego, de Campos

La lapidación de Carmen Borrego, de Campos

No me gustan los linchamientos y tiendo a posicionarme con los más débiles. Cuando los ataques provienen por tierra, mar y aire, al final se consigue el efecto contrario. Sin embargo, en el caso de Carmen Borrego, el conflicto con su hijo le ha pasado factura.

Tras regresar de Supervivientes, programa que abandonó por problemas de salud mental, Carmen encontró que su hijo, José María Almoguera, y su exmujer, Paola Olmedo, habían sembrado su regreso de minas con una entrevista en la revista Semana: «Si mi abuela no hubiera muerto, no hubiera vuelto a hablar con mi madre» o «Mi madre me decepcionó cuando vendió nuestro embarazo». Y a partir de esos momentos, la jauría se echó al cuello de la hermana de Terelu Campos.

Las madres perfectas han atacado a Borrego, reprochándole su conducta. Critican que aparezca maquillada y arreglada en televisión, sugiriendo que debería quedarse en casa, llorando por el conflicto con su hijo.

Los padres separados también han criticado. No entienden cómo una mujer que se acaba de separar no está enlutada y en casa, perpetuando la idea de que las mujeres, cuando dejan de ser madres, tampoco son consideradas mujeres. Este grupo comparte similitudes con el clan de madres perfectas, a pesar de su mutuo desprecio.

Un tercer grupo, las feministas más recalcitrantes, ven a Borrego como la encarnación de todos sus males. Critican que, para trabajar, ejerza su rol de mujer cuando, según ellas, debería ser únicamente una profesional asexuada y nunca hablar como madre, ya que esto supuestamente le hace perder su esencia.

En resumen, todo el mundo ha opinado y linchado públicamente a Carmen Borrego, salvo un cuarto grupo, los pensantes, que consideran que los hijos también pueden mentir, que cada cual tiene su propia agenda para ganar dinero y que cada persona debería hacer con su cuerpo y posición en el mundo lo que le plazca. Y ahí es donde me posiciono yo.

¿Entiendo que un hijo ataque públicamente a su madre? No, porque tengo una forma de pensar muy centrada en la familia. Para mí, la familia es la base de la educación, los valores y los sistemas de vida. Mi familia es todo y no entiendo las críticas públicas, a pesar de que, como es normal, tengamos diferencias. En mi caso, pocas, que no quiero generar yo un conflicto en mi propia casa.

¿Entiendo que un ex marido despechado ataque a su ex mujer? Es algo habitual si las cosas no han funcionado, y creo que con el tiempo se encontrarán en un punto intermedio y mejorarán su relación. Donde hubo amor, no tiene por qué haber odio ni una perspectiva misógina hacia el sexo contrario.

¿Entiendo que las madres vean en su hijo el todo? No lo sé, porque aún no soy madre, pero supongo que, basándome en cómo me trataron mis padres, algunas mujeres ponen a sus hijos por delante de ellas mismas. No debería ser así porque ninguna mujer debe perder su condición por ser madre. Pero es aún peor erigirse como censor con capacidad para decidir qué está bien y qué no.

Lo único que realmente me importa es que no se linche a alguien con problemas de salud mental y conocer la historia completa detrás de la entrevista del hijo de Carmen Borrego. Según me explican, todo empezó en febrero de este año, cuando Almoguera y su mujer, Paola Olmedo, fueron fotografiados en Málaga como los amantes de Teruel. Pocas semanas después se produjo el divorcio. Y parece ser que estuvo motivado por los enfrentamientos de Carmen Borrego con su nuera.

Alguien le dijo al hijo que aquellas fotos se tomaron con el consentimiento de su madre. Esto causó pánico en el hijo y furia en la nuera. Olmedo, enfadada, echó a su marido de casa por defender, aunque de forma tímida, a su madre. Entonces, el hijo atacó a la madre para demostrarle a su esposa que sigue siendo el hombre de la casa.

En resumen, un torbellino de emociones ha llevado a dos jóvenes a un conflicto, a una madre a anunciar su retiro de la televisión, y al resto del mundo a quemar en la hoguera pública a una mujer con problemas de salud mental. Algún día, los opinadores y los lanzadores de dardos en X se darán cuenta de que todos tenemos derecho a equivocarnos y a hacer lo que nos venga en gana, y que no por eso merecemos ser lapidados. Eso quedó para otras épocas.

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