Los jóvenes catalanes se hacen de derechas

Los jóvenes catalanes se hacen de derechas

Es una impresión que tengo. En cada manifestación del 12 de octubre, lo que más me ha llamado la atención es la cantidad de jóvenes que entre las filas de Vox. Y en la del 23 de octubre contra la amnistía, convocada por Sociedad Civil Catalana, tuve la misma sensación.

No lo entiendo: ¿los de Vox no son «ultras», «fascistas», «extrema derecha», según el Gobierno e incluso medios afines? En teoría, los jóvenes son más de izquierdas.

Entonces, ¿qué pasa? Es cómo decía una sensación personal o es que realmente hay algo. Hay algo. Según datos del propio CIS, publicados el pasado mes de marzo, los jóvenes entre 18 y 34 se sitúan actualmente más a la derecha. No había pasado nunca

Yo creo que han conseguido el efecto contrario. Debe ser también la inmersión. O, mejor dicho, el fracaso de la inmersión. Han convertido al catalán en antipático.

Tampoco lo entiendo. Si más de 40 años después de recuperar el autogobierno, el catalán está tan mal como dicen algo habremos hecho mal los catalanes. Con la propia Generalitat al frente.

Pero, por lo que hace a los jóvenes, me llamó también la atención un tuit de Alberto Tarradas, el diputado más joven de Vox, que se metía con las Juventudes Socialistas.

Antes de los cinco días de vacaciones de Pedro Sánchez, la JSC publicó uno en el que decía: «Presidente, las y los jóvenes, estamos contigo». Por cierto, separaban con una coma el sujeto y el verbo.

Tarradas aprovechó la oportunidad: «No, los jóvenes estamos con Vox». Y, en efecto, se veía en una foto una carpa de Vox rodeada de jóvenes. Ya sé que el diputado es de esta formación y que conseguía el efecto visual deseado. Pero es que, ciertamente, todo eran jóvenes. Esto era impensable en pleno proceso.

Finalmente otro ejemplo. Un vídeo en el que se veía a Joan Garriga, el número dos de Vox en Cataluña, esgrimiendo un papel de la Junta Electoral.

Era un debate organizado por una entidad llamada debat.org. En su perfil de X se definen como «Asociación juvenil que fomenta el pensamiento crítico desde una perspectiva multidisciplinaria y no alineada con ninguna opción partidista».

Habían convocado un debate en la Pompeu Fabra, en teoría la universidad de élite de Cataluña, e invitado a todos los partidos parlamentarios… excepto a Vox.

Hay que aclarar que la formación de Abascal, en las últimas elecciones autonómicas, quedó en cuarta posición con 11 diputados y más de 200.000 votos. Incluso por delante de la CUP (9 escaños y 190.000 sufragios), que durante mucho tiempo ejerció el papel de conciencia crítica del proceso. Mas hasta se iba dando abrazos con ellos.

En el vídeo, como decía, la chica alegaba que «hablamos con todos los partidos, excepto la extrema derecha». Garriga preguntaba los motivos del veto y la chica en cuestión les acusaba de no respetar «los derechos humanos». Un argumento muy genérico, la verdad.

Pero lo que más me sorprendió no fue el rifirrafe en sí. Lo que más me sorprendió es que Garriga explicó entonces su postura al auditorio y empezaron a oírse aplausos, silbidos y el estribillo «hay votar a Vox, hay que votar a Vox». Además de gritos de «¡Libertad!, ¡libertad!».

¡En la Pompeu! La última vez que estuve en esta universidad fue tras las elecciones de diciembre del 2017. En un acto de la CUP al que asistieron también, como invitados, Jordi Turull y Raül Romeva. Hasta vi a Turull aplaudiendo la intervención de Anna Gabriel.

Luego, como se sabe, no le devolvieron el favor. Turull se presentó a un debate de investidura y los de la CUP se abstuvieron. Al día siguiente el juez Llarena ordenaba su ingreso en la cárcel.

Pero, con franqueza, no me extraña que los jóvenes se hayan movido hacia la derecha. La izquierda, en vez de plantear cordones sanitarios, debería preguntarse por qué sus electores huyen despavoridos. O envejecen, basta ver las manifestaciones en apoyo a Pedro Sánchez de estos días: todo eran canas. Y van a ver en las europeas, serán un auténtico revolcón.

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