Joe Biden, un espejo para Moncloa

Biden

Hasta un señor que no está bien de la tronera ha sido capaz de aceptar una situación insostenible. Un paso atrás y a correr. Cuando le oí perorar a Josep Biden acerca de su decisión de anteponer los intereses de su país, de su partido y de su familia a su propia vanagloria confieso que sentí sana envidia.

¿Sería posible que aquí, en mi patria, un primer ministro agotado y amortizado, fuera capaz de tomar una decisión similar a la tomada por el todavía jefe de la Casa Blanca? ¿Sería posible encontrar en una persona que ha mentido tanto, engañado tanto, siquiera un ápice de dignidad y de realismo? No lo parece.

Sin embargo, me cuento entre aquellos que creen que los seres humanos tienen una resistencia y que los materiales tienen fecha de caducidad. Sánchez ha demostrado habilidad política y altas cotas de cinismo primero para llegar y posteriormente para mantenerse. De esto caben pocas dudas. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo sus bazas disminuyen y ahí está la última encuesta libre para demostrar que una inmensa mayoría de españoles ni le creen ni le quieren. Un jefe de Gobierno que ni siquiera puede salir a la calle sin que excite la violencia verbal no puede mantenerse en el poder por mucha represión (de muchas formas y maneras) que ponga en marcha. Sánchez sigue siendo presidente por la utilización torticera y partidista que realiza de los dineros públicos y por la brunete mediática gubernamental bien regada que está a su servicio.

Aún así, el tic-toc de la cuenta atrás no se para. Pudiera ser que, al final, demuestre algo de altura intelectual y una miaja de patriotismo que, unido a buenos consejos, le puedan llevar a convocar elecciones generales tras la vuelta de sus nuevas vacaciones pagadas y a todo lujo por los contribuyentes.

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