La jaula de los locos/as

La jaula de los locos/as
  • Carlos Dávila
  • Periodista. Ex director de publicaciones del grupo Intereconomía, trabajé en Cadena Cope, Diario 16 y Radio Nacional. Escribo sobre política nacional.

En sólo cinco días, el pretendido Gobierno “progresista” y “solidario” del dúo frentepopulista Sánchez-Iglesias, se ha roto por él eje con seis polémicas de altura, porque se trata de asuntos transcendentes, y de bajura, porque el nivel del debate ha sido de ínfima calidad, que retratan la pésima convivencia política entre los dos partidos de la coalición socialcomunista. La jerigonza comenzó en los inicios de la semana con el conocimiento de una ley, la de libertades sexuales, que ha conseguido lo que ninguna otra en la historia de la democracia: su rechazo general. El “bodrio leguleyo”, calificación de varios penalistas, es en opinión de casi todos ellos, únicamente un libelo antilegal que ni siquiera respeta la ortografía. El PSOE se estremeció al leer el texto y se lanzó a corregirlo desde la Vicepresidencia de Calvo y el Ministerio de Justicia, mientras Iglesias y Echenique, el fautor de las mayores chirigotas de España, defendieron el proyecto acusando a los correctores de machistas enfurecidos.

Primera polémica. La segunda, al tiempo, surgió cuando la ministra más sectaria del PSOE, Isabel Celáa compareció en público rescatando una Ley de Educación que no se aprobó en la anterior legislatura, y que, en resumidas cuentas, tiene tres características: mesocratiza la calidad de la enseñanza, destroza el sistema que mejor ha funcionado en muchos años de educación en España, el modelo concertado, y elimina cualquier vestigio de la asignatura de Religión en los programas escolares. La Ley ha sido vapuleada por todos los expertos y cuenta sin embargo con una enemiga insólita: la de los ministros de Podemos que la enjuician como insuficiente para sus propósitos de adoctrinar severamente a los educandos del país. El modelo es para ellos el caribeño con tintes soviéticos y ello, al parecer, no está totalmente garantizado en la Ley Celáa.

Y en medio de estas dos discusiones ideológicas se ha colado esta semana el arrebato de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz que, sin aviso previo, se inmiscuye en la pandemia del coronavirus y anima, entre otras lindezas, a que los trabajadores abandonen sus puestos en cuanto observen que alguien entre sus cercanos, sufre un mínimo golpe de tos. La irresponsabilidad ha asido de tal gravedad que hasta la Presidencia del Gobierno ha tenido que salir a la palestra recordando que sólo el Ministerio de Sanidad pilota la lucha contra el virus que, ya lo verán, va a dejar en España no menos de veinticinco fallecidos.

Por si fuera poco, a Marlaska que, según refiere a sus íntimos y a los periodistas de cabecera, pagaría incluso por seguir siendo ministro, no se le ocurre otra cosa que desenterrar la vieja alternativa de las “devoluciones en caliente” para intentar ahormar la emigración ilegal, y Podemos en el mismo Gobierno que el titular de Interior, se lanza a la carótida de sus compañero de fatigas que descalifica con los peores argumentos y recuerda que el pacto de Gobierno entre los dos partidos es una apuesta nítida por el “Refugees welcome” que tan bien apadrinó la alcaldesa, felizmente retirada de la vida política, Manuel Carmena.

Y ya en el colmo de la incoherencia con los principios que dice mantener la izquierda, acaecen dos sucesos notables: por un lado, el Gobierno se niega a hacerse cargo de las indemnizaciones del “caso Couso”, aquel periodista español muerto en una refriega de tiroteos cruzados que fue utilizado durante tiempo y tiempo por el PSOE y Podemos como el epígono de la crueldad yanqui. Pues bien; a la hora de la verdad, mucha palabrería y ninguna acción concreta. Esto se llama sindéresis. Y en este ambiente surge el renovado contencioso del Sahara con un Frente Polisario que ha anunciado el regreso a las armas y con un gobierno partido en dos. Marruecos ya ha advertido que no tolera bromas en este sentido y que ojo, mucho ojo, con confabularse otra vez con los terroristas. Otra situación de incoherencia  política en una España gobernada por un aluvión de ministros, la mayoría situados en el colmo de la arbitrariedad y eficacia, que ya se pelean en público con los peores insultos y que parecen encerrados en una jaula donde cada loco pulula por su cuenta. ¿Cuánto va a durar esto? Pues les respondo con lo que este jueves decía un presidente del iBEX: “Lo que se tarde en dejarles enjaulados para siempre”. Y, ¡ah! Queda por cumplimentar el gran momento; ¿secundará Sánchez la comisión de investigación del escándalo Juan Carlos-Corina? Me dicen que de ninguna forma; eso abrirá una grieta definitiva.

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