La izquierda decide quiénes pueden ser agredidos
Vamos a imaginarnos que el día de la manifestación del Orgullo Gay, los simpatizantes de Ciudadanos que iban dentro de sus autobuses en Barcelona, Valencia y Sevilla, se hubieran bajado y la hubieran emprendido a mamporros contra la pandilla de pijos de izquierda que les estaban agrediendo con insultos, piedras o pintura y que finalmente les impidieron violentamente participar en la cabalgata. Supongamos que los simpatizantes de Vox que participaban en sus mítines de Barcelona, San Sebastián, Bilbao o cualquiera de las decenas de actos en que han sido violentamente agredidos, se hartaran y empezaran a devolver golpe por golpe que reciben. Conjeturemos que el día en que Cayetana Álvarez de Toledo intentaba llevar a cabo su mitin en la Universidad Autónoma de Barcelona, mientras la zarandeaban, le tiraban del pelo y la insultaban, o el día que Rajoy paseaba por las calles de Pontevedra recibiendo un puñetazo de un exaltado de extrema izquierda; los militantes del Partido Popular que iban con ellos hubieran devuelto todos los golpes recibidos.
Ya os estáis echando las manos a la cabeza, pero no he hecho más que empezar, esto no es nada. Lo que ahora os tenéis que imaginar es que el día que Pablo Iglesias, Irene Montero y Alberto Garzón cerraron la campaña electoral de las elecciones generales en el Parque Lineal del Manzanares; un grupo de afiliados de Ciudadanos les hubieran tirado pintura, les hubieran lanzado adoquines, le hubieran partido la nariz a Garzón y el acto se hubiera tenido que suspender. O que el día que Quim Torra recibió en el Palacio de la Generalidad a Ada Colau y el resto de concejales recién investidos, unos cuantos simpatizantes del Partido Popular les hubieran bloqueado la entrada formando barricadas desde las que les tiraran piedras y hubieran incendiado coches y contenedores por toda Barcelona. ¿Y os imagináis que luego los medios de comunicación, a estos vándalos de Cs o del PP, los llamaran “activistas de centro”?
Podría ser también que al día siguiente de que ocurrieran estos incidentes, los líderes de Ciudadanos hicieran declaraciones justificando las agresiones llevadas a cabo por sus simpatizantes diciendo que “si Iglesias no defendiera a los chavistas no le pasarían esas cosas”. O que Pablo Casado explicara que los “activistas” de su partido que habían agredido a Colau no lo habrían hecho “si ella no hubiera pactado con Manuel Valls”. Lógicamente todo esto que os estoy contando os resulta absolutamente inimaginable. Al PP, a Vox y a Cs les llaman fascistas a todas horas, pero nadie espera ni por ensoñación una reacción violenta por su parte, ni siquiera como respuesta a las muchísimas agresiones que todos ellos sufren continuamente y que los líderes de izquierda y los medios de comunicación continuamente excusan, justifican y minimizan.
En España hace más de 40 años que toda la violencia política la ejerce la izquierda y desde el día que Pablo Iglesias impidió por la fuerza bruta que una demócrata como Rosa Díez pudiera expresar sus ideas en la Universidad Complutense, tanto él personalmente, como su partido, todos sus socios y los lobbies que lo rodean, son su más clara representación. La izquierda española representada por Pablo Iglesias y los lazis catalanes, utiliza la violencia física como una herramienta para conseguir sus fines, usando la fuerza logran que no se escuchen las ideas con las que no están de acuerdo y consiguen que muchos medios de comunicación y una amplia masa social justifiquen todas sus agresiones en base a un falso paradigma: se debe ser intolerante contra los intolerantes, como dijo Karl Popper, pero es la izquierda quien define quiénes son los intolerantes que deben ser agredidos. Hasta que alguien se harte y le dé la vuelta a la situación, entonces será el llanto y el crujir de dientes.