Illa, Aragonés y Borrás: duelo de vicarios
La vacuna contra el Covid-19 se está convirtiendo en otro espectáculo propagandístico, a los que nos tiene acostumbrados el Gobierno en este annus horribilis que lleva de vida. Si es verdad que a Sánchez no se le puede hacer responsable de la génesis del coronavirus, las consecuencias de una gestión manifiestamente mejorable campan a sus anchas por nuestros pagos.
Ahora el guión de campaña con la mirada puesta en el 14-F es negar u ocultar todo lo que pueda empañar la gestión del candidato Illa cuando su persona ostentaba la responsabilidad de Ministro de Sanidad. Anunciado su relevo para el día de mañana -hoy para muchos amables lectores de este diario-, parece obligado recordar que el otrora Consejo de la Transparencia -ahora reconvertido en «Consejo para la verdad oficial», al que habrá que dedicarle futuras reflexiones- debiera aportar claridad respecto a la cifra real de fallecidos durante su gestión de la pandemia en sus sucesivas olas y oleadas.
Hasta la fecha, el ministro Illa ha navegado sobre las mismas con la impagable colaboración del «científico epidemiólogo y surfista» Don Simón, al que como barcelonés de adopción confío no tenga la tentación de traérselo al Principat de Conseller de Sanitat, reconvertida ya su persona en aspirante a la Presidencia de la Generalitat.
Pero, en todo caso, insistimos en que es momento de hacer balance porque, por desgracia, no podemos afirmar cual Tenorios replicando al INE o al Instituto de Salud Carlos III, que «los muertos que vos matáis gozan de buena salud». Sus familiares y amigos bien saben que no es así, ya que sus restos yacen bajo tierra o convertidos en cenizas, esperando la hora de la anhelada Resurrección, que deseamos gozosa y gloriosa para todos ellos. Aunque dudo mucho que contribuyera en demasía a ello la «original» ceremonia de Estado de homenaje civil que se les dedicó en el Patio de la Armería del Palacio Real el pasado 16 de julio.
En la hora del relevo, es obligado hacer balance porque la designación -que no elección- de Illa como candidato, parece sugerir un reconocimiento a su labor por parte de la persona del Presidente Sánchez. Por ello, sería oportuno y conveniente expresarlo con claridad desde ya, para no convertirlo en objeto de disputa política durante la campaña, aunque sólo fuera por respeto a la memoria de los miles de fallecidos y de sus derechohabientes y amigos.
En todo caso, no tengo reparo alguno en reconocer y afirmar que, aplicando la doctrina del «mal menor», desde una visión mínimamente patriótica, Illa es preferible de President frente a Aragonés o Borrás; vicarios respectivos de Junqueras y Puigdemont, como es sabido. Lo preocupante, no obstante, es constatar que Illa no es menos vicario de Sánchez lo que, a su vez, nos crea problemas de conciencia. Como ven, para los que tenemos derecho a votar el 14-F, la cuestión de a quién hacerlo no es baladí precisamente.
Está claro -salvo para el fenecido Consejo para la Transparencia- que lo que se debate el 14-F, es quién va a presidir el próximo tripartito: si Illa, Aragonés o Borrás -en un auténtico duelo de vicarios, que no de titanes-dando lugar, a su vez, a tripartitos distintos entre sí, pero casi similares en su composición en vulgar remedo laico de la Santísima Trinidad.
El de ERC con Aragonés al frente, tendría como primera opción el pacto con el PSC y la versión autóctona de Colau e Iglesias, si suman para ello. En su defecto, ese tripartito, si no sumaran, podría formarse con Illa de President con los votos de Cs, que anda como pollo descabezado buscando amparo. Otra variable sería reeditar el actual Govern, pero presidido por ERC y con los votos de la CUP. Con Borrás al frente, sería más de lo mismo que hay ahora, cambiando al anterior vicario Torra por ella. Por su parte, la aspiración del vicario de Sánchez es replicar en Cataluña el Gobierno de España, con ERC y los podemitas.
Mi pronóstico, dados los indultos en manos de Sánchez y la incompatibilidad de Junqueras y Puigdemont, es que la partida está entre Illa y Aragonés, pero para hacer la misma política. Hagan juego señores, esto es lo que hay.