Hail, benevolente Caesar!

Hail, benevolente Caesar!

¡Enhorabuena, presidente Sánchez! Su manual de resistencia por fin le da la razón y le aúpa al sitial reservado a los dioses de la política. Colmado el sueño, esa humana ambición que le define descansará en paz sobre el mullido colchón de la pacífica legislatura que le espera. Nadie tan ilustre, tan sincero y transparente como vos, ni con tanta aptitud para gobernar un país, aspiraría a menos. Reconozcámoslo, sois de personalidad sostenible. No dejéis que Iglesias os transforme en un totalitario Chávez (bis). Con vos, todo puede ser prosperidad para vuestros humildes acólitos bolivarianos y separatistas. Incluso, sobrará moneda y repartirá migajas, justicia digna, entre el resto del pueblo. Su ilustrísima alcanza la Presidencia con el noble afán de eternizarse en el poder. Evite que le comparen con el dictador que exhumó, aquel que creía que España entera era su cortijo particular.

Hail, benevolente Caesar! ¡Viva su alma, sostenida por don Rufián, comunistas de variopinto pelaje, más el simpático timador del PNV y esos angelitos en serie de Bildu! Así se construye el futuro de una Nación a base de material homologado. Habiendo pactado con ERC inconfesables fantasías, prometió a Felipe VI, sin biblia ni crucifijo que estorbasen, “guardar y hacer guardar la Constitución”. Hay que tener agallas de duraluminio para pactar con quienes escupen sobre la Carta Magna y, apenas 24 horas después, prometerle al Rey que daría hasta la última gota de sangre en defensa del trono. Su manual de resistencia enterró la falsa tesis. El nuevo mandatario, blando en el pactar pero duro en el jurar, es un crack del billar a tres bandas. Pocos especialistas del taco mejorarían dicha jugada magistral.

Sánchez pone cara de pánfilo sin tener un pelo de tonto. Sabe lo que hace y ahora aún más, sabiendo que es presidente. Para él no existe el mal llamado gabinete bicéfalo, ni tal gobierno de coalición. Él es el único amo de patricios y plebeyos. Y elige a señoras solventes, damas leales como Nadia Calviño, Carmen Calvo y Teresa Ribera para ser sus vicepresidentas, desterrando a Iglesias a las bambanilas. No hay bicefalia, ni nada que se le parezca. El único que hoy manda en España, se llama Sánchez. Si cumple con lo prometido al Rey, la Constitución no corre peligro. Además, Begoña Gómez, la mujer del César, se ha hecho retoques faciales y está más guapa. No sé quién dijo: “Vivimos en un mundo de residuos, donde es posible hallar un diamante”. Esperemos que esta legislatura transcurra apartada de los quirófanos políticos. Y que no nos frían a impuestos.

Por favor, presidente, ate en corto a los bolcheviques y mande a los separatistas a recolectar setas. Vaya socios alquiló para convertirse en César y arruinar a la clase media y a los autónomos. Sea benévolo, presidente, que todos los parias abonaremos el derroche absurdo de su colosal mandato. Nos sacará cuanto se le antoje. Sólo una cosa no podrá quitarnos nunca: el miedo que le tenemos. ¡Ave Caesar, morituri te salutant! (Los que van a morir te saludan).

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