Galicia 18F: antes, durante y después

Galicia

Antes de las elecciones

Bien saben todos los agricultores, estos que ahora andan por las carreteras haciendo marcha de Regulares con sus tractores, que es necesario un buen tempero y que se recoge lo que se siembra.

El PSOE perdió las elecciones gallegas en mayo del año pasado, a la vez que perdía los apoyos en la gran mayoría de comunidades y ayuntamientos. No se evidenció entonces porque todavía no les tocaba votar por la Xunta y por el liderazgo personal de algún alcalde gallego.

Pero así estaban las cosas, y así estaba preparada la tierra desde que Pedro Sánchez decidió que el sanchismo ya no está formado por el PSOE con la compañía de los socios independentistas; el régimen es ahora el secesionismo (terrorista, racista o supremacista, pero siempre excluyente) con el apoyo subalterno de un partido socialista al que Sánchez le asigna el papel de tonto útil a cambio de poder seguir él mismo en la Moncloa.

En ese camino de desintegración nacional coincidieron con la izquierda radical; éstos últimos (Podemos, Comunes, Mareas, Sumar o como cada vez quieran llamarse) ya llevaban más tiempo reconociéndose en la ideología separatista, que termina por ser predominante sobre cualquier otra.

Y ese tempero todavía se ha empeorado en el otoño-invierno. Durante el primer sanchismo aún había carrete para otras políticas comunistas (deuda y más impuestos), feministas (leyes Trans y del sólo sí es sí) o ecologistas (Agenda 2030); pero ahora, para la nueva legislatura, la única agenda es la del independentismo, ya sean amnistías, presos, asignaciones presupuestarias desiguales, traspaso de poder municipal o exclusión de las instituciones estatales.

Siguiendo, por último, con el símil agrario, el abono lo han tirado sobre la líder del BNG y la sementera la hicieron con unos candidatos, Besteiro o Marta Lois, que asumieron la designación en plan José Mota, si hay que ir se va, pero ir pa ná es tontería.

El día de las elecciones

Así llegamos al domingo, cuando, con un orvallo que les afina aún más el seso, los gallegos cogen el paraguas y se echan a la calle para votar a los partidos que todavía existen.

Con el mismo razonamiento con que los socialistas dicen que el PP ya no existe en el País Vasco o que es intrascendente en Cataluña, deberán ahora reconocer que el PSOE ya no existe en Galicia. Y claro, si no existe nadie le vota.

La cosa todavía es peor, porque, como han calentado ilusoriamente el partido con las encuestas del CIS y con el off the record de Feijóo, los votantes salen en tromba, el 18 de febrero se convierte en el 18 de Brumario para la revolución sanchista y a los socialistas ya no les queda ni la excusa de la desmotivación y la poca participación.

¿Pero qué pensaban? Levantan un muro, ellos con sus socios en un lado y colocan en el otro a más de la mitad de los españoles y a la mayor parte del territorio, ¡y luego se sorprenden porque no les votan en la parte del muro donde ya no están!

Después del 18 de febrero

Los españoles se han dado cuenta de cómo está el mapa político nacional antes que los propios partidos. En ese mapa ya no se puede transitar por todos los lugares; no es cuestión de ser más o menos de izquierdas, se trata de que existe un lado oscuro que está contra la unidad de España, contra la Constitución y posiblemente contra la democracia liberal.

Quizá el PP, y sin necesidad de otro desengaño como el de julio, también ha aprendido la lección: el muro existe y si te aprestas a pasar al otro lado, aunque sea a escondidas y solamente 24 horas, te vas a dejar la piel hecha jirones. Para lo que viene por delante, deben saber muy bien a quién tienen enfrente, como lo han sabido este fin de semana los gallegos o el bravo luchador Topuria que han salido a ganar por KO y han dejado tumbados en la lona a los adversarios.

Al PSOE en las próximas citas electorales, y especialmente en las elecciones europeas, le va a ir como el pasado domingo, o posiblemente peor. En Galicia, el fracaso de la coalición del Gobierno pretenden disimularlo con el crecimiento del secesionismo (eso sí, progresista) del BNG, pero en la mayor parte del territorio nacional, donde no tendrán ese burladero, la cornada puede ser terrible.

Apuntamos la idea de que, con la intención de mantener el parapeto y ya que en el Parlamento Europeo defienden lo mismo que ellos, Pedro Sánchez incorpore también al PSOE en la candidatura de Bildu, ERC y el BNG que encabeza el etarra Pernando Barrena. Total, si ya te vota Txapote, también le puedes votar tú a él. Vamos, como en Pamplona, pero a ojos de toda Europa.

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