Fingidas condolencias

Fingidas condolencias

Cuando la diñó Steve McQueen, las cacatúas de Hollywood se alborotaron. Una lacrimógena plegaria alfombró su defunción. Histéricos elogios, necrologías pringosas, reposiciones fílmicas, anécdotas destripadas en la morgue y un patético carrusel de loas sepultó al mártir ido. La claque imperialista más los judíos de la industria juraron que nunca lograrían reponerse del estertor de la estrella de los bucles de oro, juramento televisado al orbe entero, aunque semanas después de que doblara la servilleta en México lindo nadie volvería a recordarle. Sólo Jack Nicholson depositó las heces de la verdad sobre lo irreversible, preguntándose a qué venía tanto bombo, pues Steve, con sus hijos, en el catre de sus amantes y ante cuantos trabajaron bajo sus exigencias, siempre se comportó como un hijo de la chingada.

Soy de ese 90% al que Jack le cae de cine. El otro 10%, ratas de sacristía, lacayos de la conmiseración y coleccionistas de esquelas de ABC, se lo monta fatal. Cuando alguien estira la pata, muchos pregonan su muy sentido pésame, cosa que al fiambre se la suda porque no se entera. Tales enrevesados se apuntan a las exequias para salir en la foto de los compungidos. En vida ni bola le dieron al tieso y ahora, para compensar, enmendar y expiar sus culpas, glorifican su cadáver inventando maravillas del difunto, máxima que nos inculcaran los elegantes romanos, putos hipócritas… De mortui nihil nisi bonum (de los muertos nada sino lo bueno). Y por haberles hecho caso,  así nos va. Que nuestra sociedad llora con un ojo y se descojona con el otro.

Las condolencias fingidas marcan tendencia y la modernidad tampoco se sustrae a tal perversión. Tengo sabido por boca de Manu Bravo, mi guía en este vericueto, que en las redes sociales la hipocresía también cotiza al alza. Está de moda despedir a los jóvenes y, simultáneamente, propagar en la red una esquela elogiando su valía. Si tan bueno era en lo suyo el chaval o la chavala, ¿por qué los echan sus jefes?  ¿Para reducir la plantilla y poder seguir robando a sus anchas y a manos llenas? Apenas veo una explicación a esta sucia y repugnante maniobra: los patronos del mal buscan crear un país de vivos dolientes con las ilusiones trituradas. La ficción sigue siendo el tributo que el vicio le rinde a la virtud. Los honrados van de culo.

Volvamos al buen humor. Anna Gabriel, en su afán de sorprender, ha dinamitado el matrimonio nuclear. Propone que la familia se multiplique en la comuna follando a destajo. Ole tus tetas fogosas, diosa de la inventiva. Ya sólo nos faltan los funerales eróticos para que la tribu se vuelva completamente tarumba. ¿Imaginan a las viudas o viudos recientes corriendo en pelotas por las calles? Y de espicharla un pelma, ¿sería posible que las radios no glosaran su cautivadora amenidad? ¡Viva la vida y la muerte! Ojalá que las esquelas de ABC pronto aparezcan en tecnicolor. Recuerden que el cadáver de la rumba colombiana adaptada por Peret, no estaba muerto, estaba de parranda, enchufado a tope. Y les suplico que, en adelante, de cascarla una actriz deleznable, no nos cuenten que se ha fugado un ángel.

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